A tres días de que Leopoldo López cumpla dos años encarcelado en una prisión militar, su madre Antonieta Mendoza prepara, junto al equipo de este, la visita de los premios Nobel de la Paz Lech Walesa y Óscar Arias; y de parientes del obispo sudafricano Desmond Tutu y de Nelson Mandela, quienes aprovecharán la fecha para abogar por la liberación del opositor y del casi centenar de presos políticos que, según la oposición, hay en Venezuela. Todos los fines de semana, desde hace 24 meses, visita a su hijo en la cárcel de Ramo Verde.
El pasado sábado Mendoza decidió no ir para recibir a El Comercio en su casa al este de Caracas para conversar sobre lo vivido en estos meses y sus expectativas.
¿Qué ha sido lo más difícil para usted en este tiempo?
Lo más difícil es ver a Leopoldo tras las rejas, sabiendo que es inocente. Cuando Leopoldo se entregó el 18 de febrero del 2014, dijo que lo hacía ante una justicia injusta. Sabía que al dar la cara iba a tener este resultado, pero estaba claro que si no lo hacía, el pueblo no iba a despertar. Tardó dos años, pero despertó el 6 de diciembre (en las elecciones parlamentarias). Ciertamente, es muy doloroso subir a Ramo Verde, saber que está aislado y que cuando lo visitamos estamos siendo grabados. Pero particularmente duras fueron las semanas que estuvo en huelga de hambre. Cada vez que íbamos a visitarlo era una cuenta regresiva. Recuerdo clarísimo el Día del Padre, pues su papá le escribió una carta pidiéndole que dejara la huelga y él, como es terco, me dijo que estaba dispuesto a esperar una semana más. Yo tenía mucho miedo por lo que había leído de las huelgas de hambre, pero al lunes siguiente se fijó la fecha de las elecciones. Gracias a esa huelga, a ese sacrificio, hubo elecciones el 6 de diciembre.
¿Temió por su vida?
Sí, y todos los días temo, porque está solo, no tiene compañero al lado que sepa cómo está. Por eso responsabilizamos a Nicolás Maduro de cualquier cosa que le pase. Todos los días me levanto con el temor de que me llamen para decirme que algo le pasó.
¿Usted trató de convencerlo para que no se entregara?
A los días de que saliera la orden de captura contra Leopoldo nos entregaron una carta de él, donde nos decía que había decidido entregarse en una concentración el 18 de febrero. Yo hablé con él y le dije que si estaba seguro y me dijo: “Mamá, el exilio y la clandestinidad no son opciones para mí. Sería prisionero de mi conciencia. Yo quiero que tú, mi papá y Lilian [Tintori, su esposa] me apoyen”. Desde allí no hubo más discusiones, ni forcejo familiar para hacerlo cambiar de parecer y tuvimos que asumir esa dolorosísima decisión.
El gobierno ha dicho que los convenció de que lo mejor era que López se entregara, pues había un plan de sectores de la oposición para matarlo…
Esa noche se presentaron diez encapuchados con armas largas en esta casa a buscarlo. A la hora, el coronel que dirigía el grupo llamó para decir que Diosdado Cabello [el número dos del chavismo] quería vernos. Él nos dijo que Leopoldo tenía que irse al exilio y que ellos ayudaban con las embajadas. Todo un contrasentido, porque nosotros ya sabíamos que él había decidido entregarse. En esa conversación, Diosdado le admitió a Lilian que Leopoldo no era culpable y que lo estaban persiguiendo porque movía masas.
¿Pero les mostraron las pruebas del supuesto plan?
En la víspera del 18 de febrero Diosdado volvió y nos dijo: “A Leopoldo lo van a matar y lo van a matar gente de ustedes, de la derecha. Tengo grabaciones, pruebas”. Al decirle que las mostrara, nos respondió: “Bueno, también puede ser gente de los colectivos [chavistas], porque desde que murió [Hugo] Chávez no los controlamos”.
Pero su hijo no es el único perseguido por el gobierno. Su esposo no está en Venezuela debido a la demanda que Cabello interpuso contra “El Nacional”, diario del que es directivo, por reproducir informaciones que lo vinculan con el narcotráfico…
Exacto, mi esposo está en España. Hay una persecución y un acoso contra mi familia, que creo es para doblegar a Leopoldo. Como no han podido doblegarlo a él, entonces nos atacan, pero se han encontrado con una familia que lejos se ha fortalecido y que ha asumido la lucha por Leopoldo como una lucha por los presos políticos que no tienen voz. Es una lucha por las libertades.
La semana pasada el Tribunal Supremo de Justicia anuló otra decisión de la Asamblea Nacional, y quizá la Ley de Amnistía, que debería abrirle las puertas de la cárcel a su hijo, correrá la misma suerte. ¿Ve su liberación más cerca o lejos?
Yo veo cercana la liberación de Leopoldo y de los presos políticos. Como familia, no nos hemos puesto fecha porque la desesperanza te invade, te frustra, pero veo el 2016 como el año de la liberación de Leopoldo y de los presos políticos. Pero, además, veo en este año el cambio de gobierno. Este país, por el tema económico, no aguanta, no se sostiene.
“Yo no tengo rencor ni resentimiento. Eso me mataría y no me dejaría trabajar”
Antonieta Mendoza revela que solo los presidentes de Argentina y Paraguay han respaldado su pedido de libertad para Leopoldo López.
Cuando el ex fiscal Franklin Nieves admitió que el caso contra su hijo fue forjado por órdenes del gobierno para encarcelarlo, usted dijo que lo perdonaba. ¿Puede perdonar a quienes persiguen a su hijo y a su esposo?
Primero, yo no tengo rencor ni resentimiento. Creo eso me mataría, o al menos no me dejaría trabajar como estoy trabajando. Y segundo, yo soy católica practicante y el perdón es una de las cosas que nos enseñó Cristo. Yo estaba sola cuando el ex fiscal salió en televisión, y al escucharlo comencé a llorar porque era la validación de todo lo que sospechábamos, aunque peor porque había cosas que no sabíamos. El perdón se tiene que ampliar en el país, pero el perdón y no la impunidad. Quien mató, robó, abusó o violó tiene que ser castigado, pero el país tiene que ir hacia la reconciliación.
¿Cómo han ayudado a sus nietos para cubrir la carencia de su padre?
Afortunadamente Lilian y Leopoldo, a pesar de la carencia y las restricciones, han manejado muy bien a los niños. Lilian es una persona extremadamente optimista por naturaleza, enérgica, divertida, y le crean una dinámica tal que ir a Ramo Verde, que es muy duro, es como una aventura. Y Leopoldo se dedica a esos niños durante cuatro y cinco horas casi por completo.
¿Se ha sentido acompañada y respaldada por el continente?
Por los pueblos, los medios y los parlamentos sí; pero por los presidentes en funciones no, salvo Mauricio Macri de Argentina y Horacio Cartes de Paraguay. La semana pasada nos recibió la canciller mexicana con la anuencia de Enrique Peña Nieto. ¿Por qué nos recibieron ahora? Es que están viendo lo que pasa en el país.