Con 75 años y a solo unos días de vacunarse “si Dios quiere” contra el coronavirus, el expresidente de Brasil, habló por primera vez tras la anulación de sus condenas por corrupción.
“Mi cabeza no tiene tiempo de pensar en 2022, en si seré candidato del Partido de los Trabajadores o de un frente amplio”, dijo en la sede del Sindicato de los Metalúrgicos, en São Bernardo do Campo. Lo que dejó claro es que quiere forjar una alternativa a Jair Bolsonaro.
El antiguo obrero metalúrgico, que presidió Brasil entre 2003 y 2011, no llegó a aclarar cómo planea plantar cara al presidente ultraderechista. No aclaró si está dispuesto a encabezar una candidatura de izquierda o impulsar un frente con los partidos tradicionales del centroderecha, alejados del estilo de Bolsonaro.
Lula pronunció un discurso en tono de candidato, marcando sus prioridades para Brasil: vacunas para todos, restablecimiento de la paga del coronavirus (que ya tramita el Congreso) y creación de empleo.
“Este Gobierno no cuida de la economía, del trabajo, del salario mínimo, de la salud, del medio ambiente, de la educación, de los jóvenes, de los niños de la periferia… O sea, ¿de qué cuidan?”,
Lula describió a Bolsonaro como un incompetente cuya única obsesión es armar a la población.