Prieto Figueroa el Maestro de Maestros…el gran Presidente que no tuvismo
“A través de la educación se forja la nación, se orienta el porvenir y se impulsa el progreso de los pueblos”.
Así pensaba el admirado Maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa. Nacido en La Asunción, Nueva Esparta, el 14 de marzo de 1902.
«En la vida democrática, el cambio es lo característico, y la educación debe preparar a las generaciones para adaptarse cada día a los cambios sucesivos”.
De este tenor era el concepto y la filosofía mantenida durante toda su vida pública, sobre el rol de la función de educar, por quien en estos días debe ser objeto de recordatorio por estar cumpliendo año de nacimiento.
Luis Beltrán desde muy joven demostró interés infinito por los estudios y el saber. La dimensión humana de este noble venezolano no tiene parangón. Su pasión por el quehacer político lo supo combinar con su dedicación a la enseñanza, la escritura y hasta la poesía.
Como Maestro, dará las primeras clases en su pueblo natal, cuando apenas tenía 18 años de edad, en la Escuela Federal Francisco Esteban Gómez. Allí enseñará hasta 1925 cuando se va a Caracas para proseguir estudios y dar así comienzo a lucha por la dignidad del educador venezolano.
Prieto Figueroa dejó un legado fundamental no solo para Venezuela, sino para América Latina. Su trabajo está inserto dentro de la filosofía del humanismo democrático, y en sintonía con su credo, el cual siempre repetía:
En 1948 ejerciendo de ministro de Educación, presentó el Proyecto de Ley Orgánica de Educación Nacional, y allí propuso:
“La filosofía de la educación nacional que fundamenta este proyecto puede sintetizarse en una expresión de neto contenido: Humanismo Democrático. Formar al hombre en la plenitud de sus atributos físicos y morales, ubicado perfectamente en su medio y en su tiempo como factor positivo del trabajo de la comunidad, tiene que ser la meta de un sistema educativo moderno”.
Humanismo Democrático, Maestro, que falta hace que quienes hoy nos gobiernan pudieran escucharte y aplicar tus enseñanzas, pero sobre todo, tu deseo de impulsar el desarrollo del país a través de la vía más segura y estable: La educación.
Admiramos tu obra, tus luchas sociales, tu grandeza que se agigantaa medida que el enanismo crece.
Editado por Rómulo Herrera, sobre un trabajo de Douglas Zabala