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Los venezolanos desalojados estaban en el paraíso en NY y se niegan a ir al infierno

“Estamos durmiendo en la calle a 2 grados por debajo de cero, pero nos negamos a ir a un refugio donde no hay seguridad y para ir al baño tenemos que caminar 1 cuadra y media y después hacer cola”, expresó un joven venezolano para un canal independiente.

Los refugiados llegaron a Nueva York en octubre 2022, enviados en aviones y en buses por los gobernadores republicanos de Texas Greg Abbott y de Florida Ron Desantis, y la demócrata de Arizona Katie Hobbs.

El alcalde de Nueva York, los ubicó en hoteles como el Hell’s Kitchen y Watson en la calle 400 West 57th Street, a 7 minutos del emblemático Central Park y a 17 de la tradicional Quinta Avenida y Brodway, que pagaba la Alcaldía en el propio corazón de la ciudad en Manhattan.

Los solicitantes de asilo que lograron pasar la frontera sur de Estados Unidos, se calcula que totalizan unos 42.000, estaban allí y otros refugios desde octubre de 2022, y ya la mayoría había conseguido trabajo. Todos estaban contentos de estar en la Gran Manzana.

“Yo regresé de mi trabajo y encontré que por debajo de la puerta de la habitación me habían dejado un mensaje: Usted debe entregar la habitación de inmediato”, dijo un joven venezolano.

El aviso llegó intempestivamente el 28 de enero y ya el 29 llegaron los autobuses para trasladarlos a refugios en el terminal de cruceros de Brooklyn, en Red Hook, “donde tendrán los mismos servicios que en cualquier centro de refugios. Irán allí porque necesitamos hacer espacio para alojar a familias solicitantes de asilo que tienen niños”, advirtió el alcalde Eric Adams.

Las habitaciones de esos hoteles, entonces, serán para familias con hijos, de refugiados también venezolanos.

“¿Este es el sueño americano?” Se pregunta otro venezolano.

“No hay agua caliente y las camas no son camas, son camillas como de hospital, incómodas. No estamos pidiendo lujos, pero esto se ve feo”, aclaró Nelson Piñango.

Visto en video uno de los refugios a los que irán los hombres que llegaron sin familia a Nueva York, se entiende la molestia de los venezolanos: este refugio es como pasar de El Paraíso Perdido de Jhon Milton a la Divina Comedia de Dante Alighieri, aclarando que la inscripción: “Abandonad toda esperanza” que lee Dante a las puertas del infierno, no es la misma que recibe a los venezolanos en Brooklin, porque siguen en Nueva York, la ciudad más cara del mundo, la segunda es Singapur, en el país de las oportunidades. Solo toca que trabajar y luchar para salir adelante y pronto pagar una habitación decente.

Ya avanzaron esos 4.500 kilómetros por carretera, pasando el Darien a pie, y están en el sitio indicado, la esperanza está viva.

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