Los mutilados

El cierre de Radio Caracas Televisión, el canal de mayor sintonía e identificación con los sectores populares, dejó sin su principal fuente de entretenimiento a millones de venezolanos; vacío que no han podido cubrir ni la fallida Televisora Socialista TVES, ni su eterna competidora “Venevisión, televisión con clase”, ni Televen, ni el canal 8 ni 5, ni todas juntas.

Se abrió aquel 27 de mayo de 2007 una herida profunda en el corazón de los sectores a los que la revolución bolivariana había prometido empleo, oportunidades de estudio, de crecimiento, justicia social y, en fi  n, mejores condiciones de vida. ¡Y qué es la vida sin un poco de distracción y entretenimiento! Fueron tres mil empleos directos eliminados y decenas de miles de sueños rotos de aquellos niños y jóvenes que hacían pininos y soñaban que un día serían “artistas”.

A 10 años de aquel golpe a la libertad de expresión, los trabajadores de RCTV son parte de los millones que hoy emigran de aquella tierra de promisión, paraíso de inmigrantes, convertida por la revolución en tierra de emigrantes, de venezolanos de todos los

niveles y condiciones que hoy deambulan por el mundo buscando una oportunidad de vivir sin tener que hacer cola para comprar comida, medicinas, repuestos o sencillamente para no ser asesinados como Mónica Spear, su esposo y miles de otros venezolanos.

Son los artistas quienes mejor reflejan el drama de la emigración venezolana. Uno ve a María Alejandra Requena, Alejandra Oraa, Elizabeth Pérez y Luis Gerardo Buchi, en CNN en español; Mariana Atencio en NBC; Nelson Bustamante, Camila Canabal, Luis Chataing, Marjorie de Sousa, Erika de la Vega, George Harris, Nelly Pujol, María Gabriela Isler, Estefanía Fernández, Bárbara Palacios, son varios cientos… Bueno en realidad somos millones los que hemos tenido que arrancar nuestras raíces, cortar con nuestras propias manos los lazos

con la tierra amada. Somos los productos de exportación de la revolución, solo que así como la inmigración benefició muchísimo al país, la emigración de hombres y mujeres, en plena edad productiva, nos deja sin manos para reconstruir el país.

Y hoy somos seres mutilados, muriendo día a día. Participando en “marchas por la libertad” a la distancia, luchando por una patria a la que nos aferramos con desesperación. Aún tenemos a ese antiguo paraíso de inmigrantes hoy convertido en tierra de emigrantes, muy profundo en nuestros corazones, pero poco a poco van haciendo sus vidas y aunque hablan de sus sueños y frustraciones se van adecuando a los países que los reciben, mientras se van haciendo resistentes o indiferentes a los rechazos velados o abiertos de los nativos.

Nada ni nadie podrá nunca llenar ese vacío en el alma que llevamos todos: artistas, periodistas, médicos, carpinteros, electricistas, abogados, obreros, ingenieros, todos, porque emigrar es como flotar entre ser de la tierra en que naciste y que está a lo lejos y ajena, y no ser de la tierra a la que emigras, que está bajo tus pies, pero lejana porque tampoco te pertenece.

Somos hombres y mujeres con una gran tristeza reprimida, mutilados, que condenados al rechazo abierto o disimulado, por siempre, iremos secándonos mientras esperamos el momento de la “Vuelta a la patria”, para recitar con Juan Antonio Pérez Bonalde:

Todo a soñar convida y con suave empeño se apodera del alma enternecida la indefinible vaguedad de un sueño.

Y rueda el coche y detrás de él las horas deslízanse ligeras sin yo sentir que el pensamiento mío viaja por el país de las quimeras y solo hallan mis ojos sin mirada los incoloros senos del vacío…

Por Dios, oficialistas y opositores, oigamos las palabras del Papa Francisco: Hay que buscar una solución negociada. Y digo yo, humildemente, es lo que conviene a todos.

Rómulo Herrera/ [email protected]

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