La liberación del primer vicepresidente de la Asamblea Nacional, para la fecha, Edgar Zambrano y unos 24 presos políticos más, constituyó un excelente impulso inicial para la mesa alterna de diálogo surgida a mediados de septiembre de 2019.
Fracasadas las negociaciones convocadas y arbitradas por el gobierno de Noruega, surgió esta mesa de diálogo que fue un buen golpe propagandístico del gobierno, y abrió nuevas esperanzas entre quienes aspiramos que nuestro país salga de esta pesadilla, de forma concertada y con el menor daño posible.
Pero, el gobierno que tanto triunfa en política como fracasa en economía, es pichirre en ambos: no le ha vuelto a dar nada a esos dirigentes opositores, que se sepa. Lo que sí es visible es que no se han producido nuevas liberaciones de presos políticos, ni ninguna otra medida que favorezca a estos aliados.
No se han cumplido los acuerdos, no en algo que visiblemente favorezca al país, y por eso ha devenido en “mesita de diálogo”, ha perdido credibilidad.
Y el gobierno debería ir al rescate: ¡es un aliado!, en esta lucha incesante por eternizarse en el poder, a pesar de las angustias que generan la crisis económica y la consiguiente caída del respaldo del pueblo sufriente que no tiene dólares, sino dolores.
Liberen a los presos políticos, den muestras de fortaleza y amplitud. Grítenle al mundo que aquí sí hay democracia, aunque sea coja, y denle oxígeno a un aliado que no tiene respaldo popular, pero podría darle legitimidad y dividir los votos en las inevitables elecciones legislativas del domingo 13 de diciembre de este año, dentro de 8 meses.
La libertad de los presos políticos, de todos, civiles y militares, produciría un impacto mayor que el de septiembre 2019, generando una implosión a lo interno de la oposición, algo en lo cual ustedes son maestros, con tantos sentimientos encontrados, que generaría un río revuelto con ganancias para ustedes, excelentes pescadores en la absurda y especial política venezolana.