Las compras de segunda mano se están poniendo de moda
La crisis económica obliga a buscar opciones para mantener el nivel de vida, porque la apariencia es importante y se debe mantener.
El confinamiento por la pandemia de 2019 disparó el comercio ‘online’ y también el interés por el consumo consciente que busca la preservación de la naturaleza, y aquí entra a jugar un papel el mercado de segunda mano: Como se sabe la fabricación y procesamiento de textiles son muy contaminantes y al comprar ropa de segunda mano tienes el argumento de que aspiras proteger el ambiente, cuando en realidad tratamos de proteger al bolsillo, principalmente.
Pero, vamos a estar claros las compras de productos de segunda mano es de vieja data y luego de la crisis económica mundial, pues se ha puesto de moda y, para los venezolanos es una tabla de salvación en medio de la pelazón.
Por supuesto enVenezuela no hay estadísticas de nada, mal va a haber sobre esta materia, aunque ya todos compramos los estrenos en las ventas de garaje, sin escondernos. Pero, en España, por ejemplo, el porcentaje que compra algo ya usado pasó del 36% en 2019 al 46% en 2023 (datos del portal Statista), y el gasto medio al año en este país es de unos 377 euros.
España se ha unido así a otros países donde estas compras ya no provocan sonrojo. Les ha costado un poco más volver a un tipo de compras que se conoció en la posguerra, en la que todo era remendado, como señala el gran sociólogo del consumo español Luis Enrique Alonso.
La segunda mano es una buena opción, aunque muchos de los que están entrando en este mundo no lo están haciendo porque quieran combatir el consumismo o dejar el despilfarro, sino para mantener, por lo menos en la apariencia, su nivel de vida.
Para seguir siendo claros, los sueldos no son los de antes y este sector permite adquirir más a menor precio. Y casi todos los ciudadanos tenemos ya conciencia de los límites del planeta, y también nuestra forma de comprar y de relacionarnos ha cambiado.
Liliana Marsán, investigadora en Cetelem, señala que “el consumidor hoy es muy inteligente”. Con las compras de segunda mano, dice, nos ha pasado lo que nos suele suceder: “Observamos qué pasa, tanteamos. Y luego, entramos con todo el equipo”.
El desembarco en 2013 de aplicaciones como Wallapop (con 19 millones de usuarios en España, Portugal e Italia y con 8 millones de búsquedas al día) o la lituana Vinted han impulsado estas ventas. Comprobar que es posible descargarse de objetos o prendas que ya no se utilizan y comprar otras usadas y baratas ha contribuido a que se nos pase la pena.
Muchas personas incluso sienten la satisfacción que les provoca esta nueva forma de autogestión. Según Wallapop, el ahorro de sus usuarios es de 1.112 euros al año. Poco menos que una paga extra en España, como señala Pol Fàbrega, responsable de sostenibilidad de la compañía.
Fàbrega dice que el cambio en España ha sido “estratosférico”, y señala cuatro “revoluciones”:
1.-El salto de la compra entienda a la online.
2.-La posibilidad de hacerlo todo a través del móvil
3.-La opción de hacer envíos, que amplió el mercado. Y la última y vigente: 4.-La consolidación de la segunda mano como primera opción de compra”, pues los usuarios, perciben un ahorro medio del 65% por producto.
En Villaverde, un distrito obrero del extremo sur de Madrid, Joanna Kawecka, española de origen polaco de 38 años, entra una mañana de primavera en una tienda de segunda mano. Hay sofás, muebles del tradicional tono marrón años setenta, ropa o calzado, que están en oferta por el cambio de temporada. Frunce el ceño mientras repasa la mercancía, variopinta y desgastada. Coge unas botas, mira la talla, se fija en la marca, parece satisfecha. “Me voy a llevar por 10 euros unas botas Camper que cuestan 140. Y ojo, que son de piel”.

“La tienda es como una caja de sorpresas”, dice la dependienta mientras mueve perchas con prendas ‘casi nuevas’ que acabarán encontrando comprador.
El local de Villaverde es de RecuMadrid, una entidad de inserción que intenta dar una segunda vida a todo lo que desechamos.
Celulares usados con 3 años de garantía
En la cadena Real Cash el producto estrella son los móviles y otros objetos electrónicos, aunque venden de todo. Y lo hacen con una característica interesante: todo tiene 3 años de garantía.
“Aseguramos que funcionan”, sostiene Jorge Álvarez, director de esta cadena de capital mexicano con 12 tiendas en Asturias, Madrid y Málaga. “Es un mercado difícil”, sos- tiene, “pero poco a poco estamos entrando todos: las marcas de lujo, de moda rápida e incluso Amazon, que también vende se- gunda mano”.
Preguntado por la motivación de su clientela, es realista:
“Me encantaría decir algo romántico, que lo hacen por el planeta y tal, pero la gente viene buscando ahorro, y si de paso contribuye en la sostenibilidad pues genial, pero no es lo que los impulsa”. La tecnología se ha puesto a precios desorbitados, señala.
“¿Por qué van a gastar 1.000 euros en un móvil si pueden invertir menos con la misma garantía?”. Uno de los productos usados más vendidos son los móviles.
Brenda Chávez, periodista e investigadora especializada en sostenibilidad, es también una consumidora politizada. Antes fue periodista de moda, el cambio
le vino “por empacho” y por concienciación. Conocía el despilfarro textil así como los pírricos sueldos de la mano de obra que el sector utiliza. “Me di cuenta del disparate”. Redirigió su carrera y redujo sus compras: hoy solo adquiere al año un vaquero ecológico y unas buenas zapatillas. Afirma que el auge de la segunda mano en el sector textil se está dando por pura necesidad.
Es lo que hace Diego Varona, burgalés de 24 años, aunque lo hace por libre. Busca en tiendas de segunda mano o en plataformas prendas con las etiquetas de la época dorada de las grandes marcas de lujo. Luego, si hay que lavarlas o coserles algo, lo hace para acabar revendiéndolas más caras. Este biólogo, que está actualmente haciendo la tesis en neurociencia, dice sacarse unos 12.000 euros extra al año de esta forma.
Para las marcas, cuenta Chávez, revender su propio producto no siempre es fácil. Afirma que Zara y otras firmas similares lo hacen más por una cuestión de marketing que por un interés real en la sostenibilidad.
Su segunda mano, dice, no vende igual de bien. “No tiene una calidad duradera, son marcas más bien de un solo uso”.
Los partidarios del decrecimiento señalan en el horizonte el paso más importante que todavía debemos dar. De una economía lineal: producir, consumir, disponer, estamos pasando a una circular, que utiliza productos ya sin valor reintegrándolos en la producción y en el consumo, y detrás vendría una economía sobria, en la que consumiremos, menos y mejor, impulsados ni más ni menos que por nuestra voluntad o por la necesidad.

“Me encantaría decir algo romántico, que [los clientes] lo hacen por el planeta y tal, pero buscan ahorro”, dice el gerente de la cadena Real Cash Valérie Guillard, de la Universidad Paris-Dauphine, es una gran defensora de esta transformación.
En 2021 escribía un artículo en el que sostenía que las compras de segunda mano no siempre ayudan a que consumamos menos. El hecho de que algo sea más barato o que dé acceso casi ilimitado a cosas por un precio menor lleva a los consumidores a caer en la tentación de comprar más.
Pero, surgen alternativas como las “bibliotecas de las cosas” que ha puesto en marcha Rezero, una entidad ecologista catalana que presta desde una máquina de coser, un taladro o un carrito para transportar objetos, para que no tengas que comprar equipos que la mayoría utiliza menos de una vez al mes, informa Jenny Berengueras, de Rezero. “La idea es mancomunarlos.
Es darle la vuelta al modelo y reutilizar”, porque muchas personas compran herramientas que luego pasan a ser un estorbo en su casa. El consumo de segunda mano es importante, sostiene el antropólogo estadounidense Jason Hickel. Previene el desperdicio, reduce la demanda de nueva producción y tiene un impacto positivo directo en la ecología. Pero no es en absoluto suficiente.
Para este defensor del decrecimiento, catedrático del Instituto de Ciencia y Tecnología Medioambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona así como miembro de la Royal Society of Arts, lo que impulsa la crisis ecológica es el sistema de producción. El consumo es secundario y los consumidores tienen poco poder.
(Tomado de El País de España. Redacción de Carmen Pérez-Lanzac. Edición para La Verdad de Rómulo Herrera)