Rómulo Herrera
Alégrate, todo está en la mente, todo está en tu actitud y aunque diferencia de otros desastres, como los terremotos, con la pandemia el estado de alerta ha sido permanente: “Cuando las crisis perduran mucho en el tiempo hacen que nuestro comportamiento sea desadaptado, disfuncional”, advierte Mónica Molina, directora de la Sociedad Chilena de Psicología en Emergencias y Desastres de Chile (Sochped).
Se deben considerar 4 ámbitos: emocional, cognitivo, interpersonal y físico. En el primero, las personas comienzan a declarar lo que sienten: “Temor, tristeza por estar alejados de sus seres queridos, de las personas con las que se relacionaban; temor a contagiarse, incertidumbre de cuándo va a terminar esto y respecto de la información”
Los problemas cognitivos, en tanto, son dificultades para concentrarnos, tomar decisiones; a fallas de memoria y pensamientos negativos que no teníamos habitualmente, pero que emergen a propósito de la crisis. Y, como las relaciones interpersonales se han visto restringidas, nos retraemos socialmente.
Las reacciones físicas, finalmente, responden a la incertidumbre que nos genera el entorno de crisis: “Habrá personas con dificultades para dormir, conciliar o mantener el sueño -lo que llamamos insomnio-, además de cansancio, fatiga, dolor de cabeza, dolor de estómago, contractura muscular, reducción del deseo sexual, etc.”, comenta Molina.
La psicóloga es enfática al plantear que el ser humano tiene un sistema de respuesta robusto, que puede aguantar situaciones límite. Sin embargo, aclara, “siempre hay un porcentaje de personas, entre el 10 al 20 por ciento que va a estar más propenso a desarrollar problemas de salud mental”, como te dije todo depende de tu actitud.
Pedro Acuña, presidente del Colegio de Psicólogos de Chile, comenta por su parte que el estrés postraumático podría ser la patología que más impacte cuando termine la pandemia, además de la depresión en todas sus gamas. Las poblaciones más vulnerables son las que más sufrirán más secuelas psicológicas: “los adultos mayores, los niños, las mujeres, los inmigrantes”.
La directora de la Sochped coincide con Acuña, señalando que los migrantes, aquí estamos los 6 millones de venezolanos que, en realidad no estamos faltando en estadística negativa, están sufriendo los problemas sociales hoy, “porque están teniendo dificultades para asegurar el aprovisionamiento, el alimento para sus familias. Muchos de ellos han perdido el trabajo, que ya era precario en algunos casos. Esos factores sociales están generando problemas en la salud mental”. Los desastres y las catástrofes, remata, “visibilizan la desigualdad”.
Se deben “manejar los miedos respecto al contagio, entender claramente qué significa estar con una persona contagiada”.Uno de los grupos más afectados ha sido el personal de salud, con los principales centros médicos al borde del colapso y largas y extenuantes jornadas de trabajo.
El presidente del Colegio de Psicólogos cree probable un aumento de las solicitudes de permisos médicos por estrés en el personal de salud, además de las que ya se emiten por contagio de coronavirus, así como renuncias masivas, presionados por la familia, los vecinos y la sociedad en general que ve en los médicos una posible fuente de contagio, lo cual es una exageración, pero existe, así somos.
Diego Riveros, psicólogo de Línea Libre, que fue creada para ayuda psicológica gratuita por teléfono, sostiene que es de una importancia fundamental que los padres sostengan conversaciones que transmitan tranquilidad: “analizar lo qué nos está pasando con el encierro, con la incertidumbre de no poder seguir con nuestras vidas de manera normal. Y compartirlo con niños, niñas y adolescentes, para darles una seguridad mucho más grande de que esto es un momento transitorio y que va a pasar, y que los adultos estamos ahí para acompañarlos y para protegerlos”.
Andrea Ramírez es secretaria de la Comisión de Infancia del Colegio de Psicólogos. Al igual que Mónica Molina, comenta que no se deben patologizar los problemas de salud mental en la pandemia, “si el adulto es percibido por el niño como inestable, irritable, mal geniado, estresado, el niño lo va a incorporar como una experiencia en que va a sentir también incertidumbre, inestabilidad emocional, inseguridad.”.
Lo más probable, dice Ramírez, es que estos desequilibrios detonen más pataletas, frustración e, incluso, estrés en los jóvenes en etapa escolar. Todo depende de la relación paterno-filial y su historial psicológico y de apego, por lo que “mientras el niño vea al adulto protector y estable, va a seguir manteniendo su estabilidad interna y, por lo tanto, puede pasar la pandemia como una experiencia más de vida”.
Tienes que estar claro: las situaciones de crisis dependen de la forma como cada individuo las perciba, las interprete, las afronte y les dé un significado, esto influirá en la afectación que le produzca la crisis, la cual repercutirá en la forma de ver el mundo de la persona a partir de dicha situación.
Existen otros factores que interactúan como son las experiencias anteriores, los valores, las estrategias de afrontamiento, las creencias, las redes de apoyo, la capacidad de resiliencia, entre otros (Datilio y Freeman, 2000). Lo cierto es que ante una crisis hay personas que despliegan estos recursos y las afrontan, y otras van a requerir apoyo de la familia, los amigos y un psicólogo.
Halpern (1973) hace una descripción de los síntomas que aparecen más frecuentemente :
• Sentimientos de cansancio y agotamiento
• Sentimientos de desamparo
• Sentimientos de inadecuación
• Sentimientos de confusión
• Síntomas físicos
• Ansiedad
• Problemas en sus relaciones laborales
• Dificultades en las relaciones familiares
• Problemas en sus actividades sociales
Si las crisis no se afrontan correctamente y en un tiempo oportuno, se corre el riesgo de que la persona que experimentó dicho evento pueda padecer graves problemas psicológicos (García, 2003).
Pero, alégrate, con buena actitud saldremos adelante. Recuerda que Dios dijo: Ayúdate que yo te ayudaré.