-Coye vale esta situación me tiene preocupado, cada vez entiendo menos a mi mujer, ¿a ti te ha pasado esa vaina alguna vez?
-Claro, u-e-o-n, con decirte que yo a veces no me entiendo ni a mí mismo…
Los dos amigos compartían, como lo hacen siempre que las finanzas lo permitan, en el bodegón-licorería-golfeados de Macuto, en la avenida La Atlántida de Catia la Mar.
-No juegues con esto, hermano, que es algo serio y te lo cuento a ti porque eres de las pocas personas con las que comparto. Mi mujer no hace sino reclamarme vainas, cuando sabe que me parto el alma para llevar la comida para toda mi familia.
-Mira pana, las mujeres son muy distintas a nosotros, gracias a Dios, pero incluso nosotros somos distintos a nosotros mismos, Cambiamos todos los días, y en nuestro interior conviven tres formas de ser que se alternan de acuerdo a las circunstancias: Padre, Adulto Niño (PAN), la famosa teoría de Eric Berne que él llamó Análisis Transaccional.
Los estudios de Berne se basan en que, sin importar la edad que tengas, tus actuaciones se realizan desde una de estas tres formas actitudinales, aunque siempre hay una que es la dominante, de acuerdo a la forma de ser de cada quien.
Y claro esta técnica te ayuda a conocerte mejor a ti mismo y a comuncarte mejor, también a entender los cambios que se operan en las otras personas.
Te conviene saber
que es el PAN:
Padre: Trata de imponer su autoridad, por eso, porque es el padre. No analiza el momento, sino que parte del principio de que es el que más sabe. A veces tiene razón, pero muchas veces no.
Adulto es equilibrado, mesurado, analítico. Utiliza las informaciones que tiene, los indicadores para tomar las mejores decisiones
Niño es inseguro, juguetón, irresponsable, gruñón y hasta violento. No mide las consecuencias de sus actos.
-En fin amigo mío, los seres humanos somos cambiantes: en nuestro interior conviven estos 3 tipos de persona. Y si vamos a los extremos recuerda que según lo captó en el año 1886, el escritor Robert Louis Stevenson en su obra cumbre El extraño caso de míster Hyde y el doctor Jekill, tenemos una parte buena y otra mala. Así somos.
-Eso tiene sentido, y con esta segunda polarcita te comprendo mejor. Incluso mientras hacías tu perorata, llegué a pensar que eras psicólogo.
-¿Tú eres de los que piensa que quién busca ayuda de un psicólogo es porque está loco? ¿Tienes algo en contra de los psicólogos?, le preguntó su amigo con una media sonrisa como de incredulidad.
-No vale, ¿qué te pasa? Tampoco así, yo no estoy tan atrasado, aunque uno embrutece hablanco con tanta gente bruta, le dijo con ánimo de complicidad, dándole una palmadita en la espalda, que animó a su amigo a seguir hablando, luego de tomar otro sorbo de la preciada polarcita que ambos trataban de estirar, para que les alcanzara la promoción 2 por 1 dólar del bodegón-licorería-golfeados y toda vaina, en la Atlántida.
El hábito de tomar en la calle les permitía charlar sin problemas a pesar del paso esporádico de una moto o de un carro de esos viejos que hacen más ruido que funcionario nuevo.
-Fíjate que yo estuve yendo al psicólogo porque tuve muchos problemas en la casa. Pero lo mío fue peor, pana, porque estaba tan cansado de tanta vaina en el trabajo, con mi jefe que siempre había sido mi amigo, pero que no puedo dejar de verlo como un coño de su madre porque sabe que mi sueldo no me alcanza, pero no me aumenta, pues dice que a él tampoco le alcanzan los ingresos y que está pensando en convertir la empresa en familiar: su mujer, su hijo adolescente y él. Calcula tú esa manipulación, amenaza o lo que sea, realidad o ficción, pero yo ya estaba bien arrecho con todo el mundo…
-A mí me pasa igual, pana, uno se agota con esta maldita crisis que se prolonga y uno a veces piensa que no va a terminar nunca: el maldito autobús que si uno se demora un poco se tiene que ir a pie, porque esos choferes-secretarios, después de las 5-6 no quieren trabajar, ique por la bendita inseguridad. Como si no fuera inseguro para uno irse agotado por el trabajo, arrastrando los pies, caminando por esas calles de Catia la Mar que después de las 7 están sooolas…
-Y el sueldo que no alcanza para un carajo, adosó su amigo como aporte al contrapunteo que empezaba a animarse por la tercera que obligaba a la cuarta, ahora por$2.
Y aprovechó para seguir confesándose, profundizando él su dolor de herida vieja.
-Si vale, mi mujer me tenía hasta aquí, pana, yo llegaba cansado todas las noches y ella comenzaba que si yo era un fracasado, que no le exigía a mi jefe, que si todo el mundo me pateaba, y así. Un día exploté, formé mi peo también, me contestó desafiante… y con esta mano le pegué.
Y le enseñó su mano derecha, enorme, aunque con un gesto como de arrepentido.
-Yo nunca he llegado a ese extremo en mi vida, es muy grave, hermano. Dime, luego qué hiciste?
-Ví su cara de sorpresa, pensé en mis hijos, en todo lo que habíamos vivido y soñado juntos y me di media vuelta y me fui de la casa.
El hombre se echó otro trago de cerveza y gimió. Se quedó callado.
En la puerta del bodegón el vigilante con su eterna cara risueña de quien trata de ser simpático, porque finge que valora en algo a los clientes, aunque en el fondo tiene sus propios problemas, ¿quién no los tiene después de 23 años de esta pésima administración de los recursos del país con la mayor reserva petrolera del mundo.
-Perdóname, yo contando mis penas y tú como que estás peor que yo. Cuéntame, después ¿qué pasó?
-Mi mamá me obligó a ir al psicólogo, que me entregó los conocimientos que obtuvo en 5 años de universidad en 5 sesiones en el diván. Barato, para lo que me enseñó.
-En concreto ¿qué te dijo?
-Muchas cosas, pero en lo esencial que todos somos interdependientes, que necesitamos del panadero, del plomero, hasta del autobusero, pero que los hombres y las mujeres somos aún más, somos complementarios, que nos necesitamos mutuamente, que la unión hombre-mujer, mujer-hombre es perfecta, porque se basa en el amor que damos y recibimos al mismo tiempo.
-Toda una novela, pues…
-No, u-e-o-n. Él me dijo más: afirmó que probablemente por el cansancio, el estrés, yo no estaba respondiendo bien en la cama y que por eso mi mujer reaccionaba, casi sin darse cuenta, atacándome y descalificándome, pero en el fondo era también una reacción de una mujer insatisfecha. Que cuando uno cumple en la cama la mujer tiende ella a ser más tolerante y comprensiva…
-En serio, ¿te dijo eso?
-Sí, me lo dijo.
El hombre relató que el psicólogo le recomendó enfocar sus problemas de forma diferente, sin preocuparse por lo que no puede resolver, que tratara de cuidar un poco más la alimentación y la salud y que…fuera con el urólogo.
-¡Siempre es así! Esos se ayudan entre ellos, para sacarle la plata a uno…
-No vale, si supieras. Esa fue la solución a un gran problema, le confesó con una amplia sonrisa cómplice.
-No me digas que te gustó que teee…
-¿Qué te pasa? Eso de meterle el dedo a uno ya no se usa, ahora con un eco te ven la próstata y te hacen todas las evaluaciones. La mía estaba un poco grande, aparte de otros problemitas que me detectó, me diagnosticó y me curó.
-Y luego como hiciste, ¿volviste con ella?
-Si vale, en pandemia y con esta crisis, uno no se puede poner a inventar. Le pedí perdón, prometí no volver a actuar como un salvaje y le dije que estaba de acuerdo con el psicólogo:
-La mujer no es propiedad del hombre, si ella decide terminar la relación se respeta, pero que lo mejor era seguir el camino unidos para vivir el presente y construir un futuro para nuestra hija bella, porque así la vida es más fluida y feliz.