Al triste panorama que ofrecen las aguas teñidas de negro por los innumerables derrames petroleros, ahora se suma la capa verde de algas que cubre buena parte del lago.
El nitrógeno y el fósforo de las aguas residuales, la materia fecal humana y animal, así como los fertilizantes agrícolas que llegan de las granjas cercanas, se han unido al petróleo que se escapa de las tuberías oxidadas para contaminar el lago de 13.000 kilómetros cuadrados, dijeron biólogos y lugareños a Reuters.
“Hay mucha infraestructura deteriorada y las plantas de tratamiento (de aguas residuales) han sido lentamente desmanteladas por el crimen y ya no están operativas”, dijo el biólogo Lenin Parra, profesor de gestión ambiental en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) en Maracaibo.
A medida que el aceite derramado se descompone, sus elementos más tóxicos se elevan al aire o se descomponen en sustancias que sirven como fertilizantes, avivando la propagación de las algas —principalmente lemna o lenteja de agua— junto con los productos químicos agrícolas y las heces, dijeron los biólogos a la agencia Reuters.
La lemna forma una alfombra verde que evita que la luz solar llegue a las plantas más profundas del lago y detiene la generación de oxígeno, que es vital para que la vida animal del lago sobreviva.
Por si fuera poco, toneladas de basura, arrastrada a la cuenca del lago desde 40 afluentes contaminados, ensucia más del 90% de la costa del lago.
“Esto es extremo”, advirtió Alejandro Álvarez, biólogo y activista de la organización no gubernamental Clima21. “Es como vivir al lado de un baño. Nada bueno puede salir de eso».