El bolívar, que durante el gobierno de Hugo Chávez se devaluó y fue rebautizado como bolívar fuerte, se transformó sucesivamente en bolívar soberano (2018) y en bolívar digital (2021), dejando en el camino un total de 14 ceros.
Pese a todo, había empezado a surgir algunas buenas noticias sobre la economía venezolana: el país salió de la hiperinflación en diciembre de 2021, empezó a incrementar su producción petrolera que había retrocedido a niveles de mediados del siglo pasado, mientras los expertos e instituciones internacionales preveían en distintos grados un crecimiento del PIB durante 2022.
En medio de ese aparente sosiego, esa montaña rusa que es la economía venezolana sorprendió a muchos al registrar una abrupta devaluación de la moneda de 25%, cuando la cotización oficial pasó de 6,28 bolívares por dólar el miércoles 24 de agosto a 7,83 bolívares por dólar el jueves 25 de agosto.
El cambio fue más fuerte en el mercado paralelo, donde en las mismas fechas se pasó de 7,04 bolívares por dólar a 9,33. Es decir, casi 33%.
La sacudida generó alarma entre los venezolanos y llevó a Maduro a publicar un mensaje en Twitter en el que invitaba a sus seguidores a «dar la batalla» por la estabilidad económica.
Un país sin reserva
Orlando Zamora, analista financiero y exjefe de la división de análisis de riesgo cambiario del Banco Central de Venezuela, considera que la fuerte devaluación sufrida por el país responde a la conjunción de varios factores, entre los cuales destaca el agotamiento de las reservas internacionales.
Sin embargo, después el BCV empezó a aplicar una política de anclaje para intentar contener la devaluación de la moneda.
Este intento de anclaje significaba que el BCV tenía que intervenir constantemente en el mercado, vendiendo dólares de sus reservas para satisfacer la creciente demanda de dólares. Pero, ahora, esos recursos están mermados.
«Las reservas del Banco Central están sobre los 5 mil 100 millones de dólares, pero de ese monto hay como 4 mil ochocientos millones en oro, por lo que apenas quedaría un 16% en efectivo y habría que ver si todo es negociable porque allí tienen que haber bonos de difícil negociación. El BCV tuvo que quemar sus reservas para poder compensar y mantener esa política de suministro de divisas al mercado. Ahora el anclaje es casi imposible», dice Zamora.
«Esta política se quebró porque el Banco Central sobrestimó su capacidad de controlar un mercado y con el grave problema de no tener reservas líquidas», agregó.
Ajuste y demandas sociales
Leonardo Vera, profesor titular de la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela e individuo de número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, considera que la «crisis cambiaria» vivida en el país la semana pasada responde, además del agotamiento de las reservas internacionales, al aumento de los bolívares que fueron puestos a circular por las autoridades como respuesta a las demandas sociales de los trabajadores.
Explica que el gobierno de Maduro venía aplicando una suerte de política antiinflacionaria no declarada que consistía en 3 medidas: El aumento del encaje legal (la cantidad de dinero de los ahorristas que los bancos no pueden prestar y que actualmente se ubica en 73%, lo que se traduce en una sequía del mercado crediticio), el anclaje del dólar y el congelamiento del salario mínimo.
Vera indica que en Venezuela se venía aumentando el salario mínimo cada 3 meses debido a la situación inflacionaria, pero que esto dejó de hacerse en mayo de 2021 y no volvió a haber incrementos sino hasta marzo de 2022.
«El gobierno decidió dar un incremento grande porque se había acumulado mucha inflación desde mayo del año pasado. Es decir, se reventó el esquema», señala el experto. Además, explica que cuando Maduro decidió este aumento el salario mínimo había caído por debajo de los 2 dólares mensuales.
Los límites de la recuperación
La reciente devaluación del bolívar repercutirá en que Venezuela tenga una inflación más alta de la que venía registrando en los últimos meses y que, de por sí, ubicaba al país entre 5 los más inflacionarios del mundo.
Vera advierte que esto tendrá impactos sobre la población porque no todos los grupos sociales tienen la misma capacidad de protegerse ante la inflación y puede reducir el poder adquisitivo de los ciudadanos.
«Eso es mala noticia para las empresas y, obviamente es una mala noticia para una economía que está apenas recuperándose de una gran depresión», apunta.
Más allá de esos efectos concretos e inmediatos, Vera considera que este episodio enseña la importancia de reducir la inflación rápidamente a un dígito cuando se aplica un programa antiinflacionario como el de Venezuela porque las restricciones en el encaje legal, en el anclaje cambiario y en el pago de salarios tienen consecuencias sobre la economía y eventualmente tienen que levantarse.
Para este economista, el problema de fondo es la falta de confianza en la moneda venezolana y en las instituciones monetarias y cambiarias, que es un aspecto hacia el cual no se orientó la estrategia del gobierno de Maduro.
Por su parte, Zamora considera que el proceso de devaluación del bolívar va a continuar. «Es una situación que para mí es irreversible”.
“Creo que van a tener que dejar que se deslice el bolívar con respecto al dólar. Posiblemente se pueda tranquilizar al tipo de cambio, pero todas las causas y los factores que llevaron a esta situación de colapso están ahí», señala.
Afirma que durante la pandemia, debido a que la economía estaba más paralizada que ahora, el BCV podía regular con eficiencia ese mercado más pequeño, pero que al registrarse el incipiente crecimiento económico la estrategia colapsó.
«Para mí se trastocó el plan de ajuste que se venía cumpliendo y la expectativa que había sobre la recuperación, el control de la inflación, porque por todas las cosas que pasaron hubo un éxito muy relativo con muchas comillas», apunta.
«¿Se garantiza el éxito de este plan, se va a mantener una inflación baja? Definitivamente no, porque los problemas de siempre como el crecimiento del dinero inorgánico, la poca capacidad productiva, la dependencia de las importaciones, todos esos factores subsisten y van a seguir llevando a esta presión sobre lo que es vital para la economía, el dólar, porque es una economía netamente importadora», agrega.
Así, la montaña rusa de la economía venezolana podría deparar nuevos giros inesperados.