La DJ Valentina buscó ayuda de un taxista pero él no la entendió
El asesinato de la joven DJ Valentina Trespalacios, se hubiera podido evitar si su mensaje de auxilio, que era muy directo, hubiese sido decodificado correctamente por el receptor: el taxista de Indriver contactado para que la llevara junto a John Nelson Poulos a la discoteca donde ella tenía una presentación, esa madrugada.
-Disculpe. ¡¿Por qué escribí esto?! Exclamó Valentina al apenas subirse al taxi, enseñándole al chofer este mensaje en su celular: “AYUDA. ¡Estoy en peligro!”.
Era un grito desesperado.
Cuando Poulos se subió al Aveo gris detrás de ella, la DJ no podía decir más.
Ella había percibido que su vida estaba amenazada, que debía buscar ayuda y, a esa hora, entre 3 y 4 de la madrugada, debía pensar rápido y actuar con inteligencia.
“Todos duermen a esta hora y mi única salvación es el taxista, seguramente pensó.
Pero, este taxista puso su mente en neutro, no usó su inteligencia, dejó a un lado su compromiso
social con los humanos a los que sirve y a los que cobra.
Él, el taxista, ante un acto fuera de lo normal, como es que le escriben: ¡Estoy en peligro!, debe haber lo mínimo y llamar a la policía. Quizás esa llamada hubiera salvado a Valentina.
Pero, bueno, hay gente vagando por el mundo, tratando de no pensar, de no involucrarse en nada, simplemente, pasar. Y la vida no debe ser así.
Los seres humanos somos gregarios, nos espanta la soledad, necesitamos de los otros para vivir,
por eso abandonamos los campos, buscamos las ciudades, tenemos vecinos, compañeros de trabajo. Y es un deber ayudar al prójimo. Entender lo que pasa en el entorno, tratar de ayudar.
Dios dotó a los hombres y a las mujeres de un cerebro superior al de otros animales. El porcentaje de este que utilices es lo que hace la diferencia con los demás.
Observa lo que está pasando, escucha a los demás, analiza las opciones, toma una decisión. No te quedes en las nebulosas. Una vida puede depender de que pongas en acción ese cerebro.