Galvis Guzmán
Si queremos algún ejemplo humano de humildad, disciplina y disposición, valores que moldean a un gran deportista, ese es, sin dudas, Julio Rubén Mayora Pernía.
Es un muchacho criado bajo un ambiente de muchas limitaciones pero acompañado siempre con los deseos de progreso que soñaban sus padres: Betty Pernía y el padre del mismo nombre, que encontró en las pesas el camino hacia el estrellato sobre la base del gran potencial de sus condiciones físicas.
Mayora desde niño le atrajo la actividad deportiva, pero la que se hacía en el barrio, el antiguo futbolito, hoy fútbol sala, pero la vida le guardaba otro destino a quien apodaban con cariño sus familiares y amigos: “Cachimbo”.
Tovar su descubridor
Si alguien llegó en el momento más oportuno para orientarlo hacia el éxito fue Oswaldo Tovar, un expesista apasionado por esa especialidad cuyo norte era impulsarla en Vargas en edades tempranas.
Logró penetrar en la comunidad educativa de la Escuela Santa Eduvigis, a la que pertenecía Mayora, proyectando a las pesas como exhibición y captación de talentos. Con ojo “clínico» vio a un morenito, que además de entusiasmado tenía la biotipología idónea para triunfar, y como un vidente señaló: “Ese muchacho va a ser bueno». El tiempo se encargó de demostrarlo.
Sus comíenzos y consagración
Se inició desde los 11 años en la halterofilia de la mano de Tovar, quien prácticamente lo tuteló para llevarlo a lo que hoy representa para el país. Una carrera que comenzó defendiendo los colores patrios en el Campeonato Panamericano sub15 en Ecuador, dónde se coronó y luego logró medalla de plata en el Campeonato Mundial sub15 en Uzbekistán.
Desde esos resultados fue asumido por la selección nacional bajo la batuta de Tovar cuyo sendero ha sido exitoso. Su mayor reflejo de grandeza en el alto rendimiento fue en este ciclo previo a los Juegos Olímpicos de Tokio.
Se tituló campeón en todas las competencias de importancia que lo componen: Medallas de oro en los Bolivarianos de 2017, los Sudamericanos de 2018, los Centroamericanos y del Caribe de 2018 y los Juegos Panamericanos de 2019.
Cerró su exitoso ciclo con la medalla de plata en Tokio que lo hizo pieza fundamental en la historia deportiva regional, nacional e internacional. Sus marcas: 156 kg arranque, 190 kg en envión y 346 kg en total.
La visión futurista del Coloso de Santa Eduvigis es seguir haciendo historia, por lo pronto, luego de un merecido descanso de un mes, iniciará la preparación para París 2024.
El norte: seguir el sendero del pesista Julio Luna, el único criollo de la especialidad con participación en 4 Juegos Olímpicos: Barcelona 92, Atlanta 96, Sidney 2000 y Atenas 2004.
Su inspiración: La familia, sus orgullosos padres, su esposa Ysaura Hernández y su simpática hija de dos añitos, Juliainys./GG