El gobierno de Italia estableció restricciones para quienes buscan obtener la ciudadanía por derecho de sangre.
El decreto, aprobado por el Consejo de Ministros, señala que solo podrán acceder a la ciudadanía italiana quienes tengan al menos un padre o abuelo nacido en Italia. De esta manera, se excluye a los descendientes de generaciones más lejanas, como bisabuelos o tatarabuelos.
La reforma “ius sanguinis” impacta directamente a los descendientes de italianos en América Latina, especialmente en Argentina y Brasil, donde hay una gran comunidad con ascendencia italiana.

Según un cálculo del ministerio italiano de Relaciones exteriores, con la ley que estaba en vigor hasta ahora, entre 60 y 80 millones de personas en el mundo podían reclamar la nacionalidad italiana.