Como «infundada y ridícula» calificó el portavoz de Exteriores, Said Jatibzadeh, la acusación del Departamento de Justicia estadounidense que señala que un funcionario de inteligencia iraní y tres empleados bajo su mando conspiraron para secuestrar a la conocida periodista y activista opositora iraní Masih Alinejad, que reside en Nueva York y trasladarla a Irán desde Venezuela.
La periodista, que es muy crítica con el régimen teocrático iraní y ha fundado varios movimientos contra la obligatoriedad del velo islámico para las mujeres, agradeció en Twitter al FBI por «frustrar el plan del Ministerio de Inteligencia de Irán».
Según el Departamento de Justicia estadounidense, los cuatro acusados citados, a los que se suma un quinto que ayudó supuestamente a financiar la operación, intentaron primero en 2018 obligar a algunos familiares de Alinejad a atraerla a un tercer país para ser arrestada y trasladada a Irán.
Después, se dedicaron a vigilarla entre 2020 y 2021 y planearon trasladarla fuera de Nueva York mediante lanchas rápidas de estilo militar o incluso llevarla por mar a Venezuela, cuyo gobierno tiene estrechos vínculos con Teherán. Una acusación que fue criticada por el portavoz de Exteriores iraní, quien denunció asimismo la «evidente y conocida animosidad» de Estados Unidos contra Irán.
«Esta no es la primera vez que EEUU recurre a escenarios como los de Hollywood, cuyo único propósito es revitalizar desesperadamente a sus agentes (de inteligencia) quemados y desacreditados», agregó Jatibzadeh.
No obstante, hay precedentes. El activista y periodista iraní Ruholá Zam, ejecutado el pasado diciembre por instigar protestas contra el régimen de Teherán, fue detenido en 2019 mediante engaños pese a estar refugiado en Francia.
“A pesar de encontrarse bajo la orientación de los servicios secretos franceses y bajo la protección de los de Estados Unidos y del régimen sionista (Israel), cayó en la trampa que le tendieron los hijos de la nación iraní en la organización de inteligencia de la Guardia Revolucionaria”, éxpresó en su momento el ejercito. Zam fue ahorcado cuatro días después de ser dictada su sentencia.