Hasbely Bolívar
«Ansiamos que la lluvia caiga en nuestro deprimido sector que ha sido olvidado por los entes gubernamentales. Desde la Tragedia de 1999 el agua no llega por tubería», nos revela Dulce María González, vecina de «Ciudad Tablita», en Marapa Piache.
Ella tiene 6 tanques vacíos siempre a la espera del agua que cae del cielo, que es más segura que la que envía el gobierno.
«Hace tiempo pusieron las conexiones para que pudiese llegar el agua por tubería, pero no hemos visto salir ni una gota por el grifo, porque jamás vinieron a culminar el trabajo. Nos olvidaron», expuso.
Su vecina Mariángel Bruzual, dice que no recuerda la última vez que el recurso hídrico llenó las tuberías de su casa. «Antes Hidrocapital nos traía cisternas esporadicamente que debían ser compartidas entre las familias del barrio, pero ahora ni eso. Tenemos que comprar los bidones o cilindros».
Para paliar la escasez, el agua que utilizan para fregar los corotos es la misma que le echan a la poceta, pues «no podemos darnos el lujos de botarla».
En el Cementerio Viejo de Pariata, sumaron dos meses sin ver ni una gota del vital líquido, hace cuatro días llegó, pero solo duró dos horas.
«¡Es insólito! Qué luego de tanta espera disfrutemos del agua por tan poco tiempo. No nos dio chance de terminar de lavar ni limpiar la casa porque mientras llenábamos todos los pipotes, el agua se volvió a ir», contaron los vecinos.
Leslimar Fernández, jefa de calle del Clap Negro Primero parte media y baja en Catia la Mar, contó que su esposo se las ingenia para poder cargar aunque sea dos pipotes de la casa de una vecina en Los Olivos o cualquier otra zona donde presten la colaboración, pues en Negro Primero duran hasta tres meses sin que llegue el líquido vital.
«¿Cómo podemos mantener el lavado constante de las manos si no hay agua? Y la poca que tenemos no podemos malgastarla porque la necesitamos para cocinar y medio asearnos», expresó.
Otra de las comunidades afectadas y cansadas de vivir como camellos es El Rincón, en Maiquetía, donde diariamente tienen que hacer larga cola para buscarla en una pila que está en plena vía.
«Los que vivimos en la parte baja somos los más afectados por el mal trabajo que hicieron en la tubería», señaló la joven madre Vanesa González.
El agua que puede cargar al igual que muchos, tiene que “reusarla”. “Baño al niño con agua limpia, esa agua después la uso para lavar los pañales y después de eso se la echo a la poceta”, explica.
Los guaireños quienes que están cansados de la mala administración de Hidrocapital, exhortan a las autoridades buscar solución para la escasez del vital líquido en el estado cuanto antes.