El Gobierno de Afganistán ofreció este jueves a la delegación de los talibanes en Doha (Qatar) un acuerdo de reparto del poder a cambio del cese inmediato de los ataques a las principales ciudades del país.
La propuesta forma parte de las negociaciones de paz, que hasta ahora resultan infructuosas, y se conoce justo cuando los talibanes avanzan sin contrapeso por territorio afgano. Hasta el momento han conquistado las capitales de 12 de las 34 provincias del país.
«El Gobierno afgano ofrece la participación en el poder a los talibanes y exige el cese inmediato de los ataques a las ciudades en el nuevo plan de paz», dijeron fuentes oficiales no identificadas al canal de noticias 1TV. El presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional, Abdullah Abdullah, fue el encargado de presentar la propuesta, «para poner fin a la crisis”.
Abdullah se encuentra en Doha desde el miércoles para asistir a dos reuniones internacionales sobre el futuro de Afganistán. Una portavoz de los negociadores afganos dijo a EFE, sin embargo, que la propuesta no es nueva. «Es en realidad la hoja de ruta de la paz para el reparto del poder político de ambas partes y es uno de los temas a debatir en las negociaciones. No es algo completamente nuevo sugerir un reparto de poder”, sostuvo.
Abandonar el país a la brevedad
Desde la tarde del jueves, la bandera de los talibanes ondea sobre el cuartel general de la policía en Herat, poco después de las que autoridades aseguraran que las tropas afganas tenían el control total de la tercera ciudad más importante del país.
El grupo cosechó este jueves sus dos mayores victorias desde que lanzó la ofensiva en mayo, con la conquista de Ghazni, ciudad clave para acceder por carretera a Kabul (a solo 150 kilómetros), y Herat. Horas después la milicia se hizo con Qala-i-Naw, mientras parecía a punto de rendirse Kandahar, hogar espiritual de los talibanes, gran feudo pastún y segunda ciudad del país.
Los talibanes no encontraron resistencia y Zabihula Mujahid, vocero de los insurgentes, dijo en Twitter que «el enemigo huyó. Decenas de vehículos militares, armas y municiones cayeron en manos» de los muyahidines.
Ante el desarrollo de los acontecimientos, Estados Unidos, Reino Unido y Alemania llamaron a sus ciudadanos a abandonar a la brevedad Kabul. Washington instó a los estadounidenses a utilizar todas las ofertas comerciales disponibles para salir de la capital de Afganistán. Además el Pentágono anunció el despliegue de 3.000 soldados para evacuar a todo su personal de la embajada.
Reino Unido desplegará temporalmente unos 600 militares para ayudar a los ciudadanos británicos a abandonar el país y Berlín hizo algo parecido, señalando que se pide «urgentemente” a los alemanes hacer uso de las posibilidades existentes en las líneas aéreas regulares para salir «pronto» de suelo afgano.
Alemania también advirtió que si los talibanes asumen el poder, dejará de aportar dinero para su desarrollo tras 20 años de guerra. El ministro de Exteriores, Heiko Maas, sostuvo que su país no donará «ni un solo centavo más a Afganistán si los talibanes toman el control total del poder, introducen la Sharia (ley musulmana, de la que hacen una interpretación ultrarradical) y si el país es convertido en un califato”.
Maas recordó que Afganistán «no puede sobrevivir sin ayuda internacional”. Alemania aporta 430 millones de euros al año para el funcionamiento del país.