George Floyd, el afroamericano cuya muerte inspiró una reflexión global sobre la injusticia racial, fue enterrado ayer en Houston, la ciudad donde creció, luego de un recorrido en un carruaje tirado por caballos.
Previo al entierro se realizó una ceremonia privada desde las 11:00 am en la iglesia The Fountain of Praise, que duró casi cuatro horas.
Unos 500 invitados, incluyendo el campeón de boxeo Floyd Mayweather que, según la prensa local, corre con todos los gastos del sepelio, participaron de la ceremonia. También dijo presente el actor Jamie Foxx.
El que también formó parte del funeral a través de un mensaje transmitido por video fue el ex vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien se dirigió a la familia de Floyd: “Cuando haya justicia para George Floyd, realmente estaremos en camino hacia la justicia racial en Estados Unidos. Y luego, como dijiste Gianna, tu papá habrá cambiado el mundo”.
Por su parte, el reverendo Al Sharpton, quien encabezó la ceremonia, envió un fuerte mensaje con una clara alusión al presidente Donald Trump por su accionar ante las protestas tras la muerte de Floyd: «Se utilizan balas de goma y gas lacrimógeno para desalojar a los manifestantes pacíficos y luego se toma una Biblia y se camina frente a una iglesia y se la usa como apoyo. Maldad en las altas esferas”.
George Floyd, que tenía 46 años cuando murió a manos de la policía de Minneapolis, fue sepultado junto a su madre, quien fue nombrada por la víctima cuando agonizaba bajo la rodilla de un oficial.
El lunes se celebró un servicio fúnebre público en Houston, con unos 6.000 asistentes. Bajo el abrasador sol de Texas, dolientes con camisetas con la imagen de Floyd y las palabras “No puedo respirar” -otra de las cosas que dijo sin cesar cuando era reducido por el policía- esperaron durante horas para presentar sus respetos. El cuerpo de Floyd, vestido con un traje marrón, yacía en un ataúd dorado abierto.