«La incitación a la guerra, las actitudes de odio, la violencia y el derramamiento de sangre son incompatibles con las enseñanzas religiosas», expresó el papa Francisco al hablar ante el clero iraquí durante una visita a la Catedral de Bagdad, una década después de haber sido blanco de un letal atentado del Estado Islámico en el que murieron 58 personas.
Francisco habló en la catedral ante obispos y sacerdotes locales en su segundo discurso en Irak horas después de su arribo a Bagdad para la primera visita de un Papa al país, que tiene como uno de sus objetivos solidarizarse con una minoría cristiana diezmada por la guerra y los ataques de los extremistas.
«Basta de violencia, de extremismos, de facciones, de intolerancias. Pienso en la familiar imagen de una alfombra. Las diferentes Iglesias presentes en Irak, cada una con su ancestral patrimonio histórico, litúrgico y espiritual, son como muchos hilos particulares de colores que, trenzados juntos, componen una alfombra única y bellísima, que no sólo atestigua nuestra fraternidad, sino que remite también a su fuente», detalló.
«Quiero también recordar a todas las víctimas de la violencia y las persecuciones, pertenecientes a cualquier comunidad religiosa», dijo Francisco tras recordar que 48 de los fallecidos en el atentados de 2010 están en proceso de ser declarados «mártires» por el Vaticano.
La Catedral del rito católico-siríaco visitada por Jorge Bergoglio también fue una de las seis iglesias atacadas en agosto de 2004 en una ola coordinada de atentados con cinco coches bomba en Bagdad y otro en la norteña ciudad de Mosul. Los ataques dejaron 12 muertos y más de 70 heridos.
Respeto a las minorías
Dijo admirar la fortaleza de los cristianos iraquies pese a tener todo en contra. Según estadísticas de la Santa Sede, la población cristiana pasó de más de 1 millón antes de 2003 hasta los 300.000 actuales, por lo que son menos del 1% de la población de Irak.
Pidió respeto y justicia para todas las minorías. «Que ninguno sea considerado ciudadano de segunda clase», dijo sobre cristianos y yazidíes, minoría perseguida por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) que vendió a miles de sus mujeres en «mercados de esclavos».