El presidente argentino Alberto Fernández habló vía remota ante la 76ª Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, y criticó al Fondo Monetario Internacional por el préstamo que le otorgó a su país durante el gobierno de Mauricio Macri.
También pidió una reconfiguración de la arquitectura financiera internacional y reafirmó su compromiso con el Acuerdo de París para frenar el cambio climático.
El Presidente señaló que en este contexto de post-pandemia “está latente el riesgo de una debacle generalizada de deudas externas en los países en desarrollo”. En esa línea, aseguró que la Argentina “ha sido sometida a un endeudamiento tóxico e irresponsable” con el FMI. De hecho, calificó la situación como un “deudicidio”.
A modo de ejemplo, detalló que el organismo aprobó un préstamo por $57 mil millones, que equivale “a todo lo que el organismo desembolsó en el año de la pandemia a 85 países del mundo”.
“No hay racionalidad técnica, ni lógica ética, ni sensibilidad política que pueda justificar semejante aberración”, denunció Fernández.
También apuntó contra el gobierno de Macri por haber permitido que “gran parte de esos recursos” hayan sido “fugados del país por una apertura irresponsable de la cuenta de capital” (levantamiento del control de cambio).
Calificó de valiosa, aunque “insuficiente”, la prórroga de la Iniciativa de Suspensión de Servicios de Deuda promovida por el G20, “porque no aborda a fondo la cuestión sobre el alivio y la reestructuración de la insostenibilidad de las deudas”.
Por otro lado, reafirmó el “compromiso pleno” de Argentina con el Acuerdo de París y la transición hacia las energías renovables; la adopción de tecnologías limpias para la reducción de emisiones de metano; la erradicación de la deforestación ilegal, y la restauración de los ecosistemas.
No obstante, remarcó que “nada de lo anterior será posible, si no atendemos a la espada de Damocles de la inequidad global: la reconfiguración de la arquitectura financiera internacional”. Concretamente, lamentó que nunca se haya concretado el compromiso de proporcionar 100.000 millones de dólares a los países en desarrollo para desplegar acciones contra el cambio climático.
“La justicia climática será una quimera sin justicia financiera e impositiva global, que contribuyan a una real justicia social”, resumió.