Llenos de angustia continúan los familiares de los pescadores desaparecidos en la embarcación Wilmary y Jesús, que debía tocar tierra el pasado 7 de mayo, pero nunca llegó. Denuncian que Guardacostas no está trabajando al 100% en la búsqueda, lo que aumenta su desesperación.
“Debemos hacer todo lo posible, porque los días están pasando. Siempre obtenemos respuestas negativas, nos enteramos de que en Curazao dejaron de buscar hace unos días, lo que no debería ser. Sentimos que ya se están cansando, lo que está mal porque el alerta y la búsqueda deberían prolongarse por lo menos 90 días”, expresa Sarly Muñoz, esposa del desaparecido José Gregorio Urbina.
Sin aeronaves ni voluntad
Asegura que el ente no está sirviendo de enlace con los organismos competentes que deben prestar el apoyo. “Necesitamos que se vea la voluntad, porque emocionalmente estamos afectados”.
Se pudo conocer que Guardacostas, al no poseer aviones, pidió colaboración al Servicio Aéreo de Rescate, pero sus helicópteros están averiados desde hace más de seis meses. “Este caso debe estar abierto por lo menos un año, y durante todos esos días los organismos competentes deberían abocarse al rescate”.
Informa que por su parte entregarán cartas en las embajadas, refugios, cárceles y hospitales, a fin de dar a conocer al mundo el rostro de sus familiares, que se perdieron en la isla Las Aves hace más de un mes.
Aina Rivas, familiar de Wilmer René Arias, comenta que “no se ve el empeño ni la búsqueda. No queremos tener la misma respuesta, deberían decirnos específicamente qué están haciendo. Nosotros no podemos hacer más que entregar volantes en las marinas y activarnos en las redes sociales”.
Insiste en que no tienen ayuda de parte de ninguno de los organismos. “Quisiéramos tener un respaldo real, no sentirnos solos”.
Incertidumbre y depresión
La otra cara de las desapariciones son los familiares, quienes se mantienen a la espera de una respuesta concreta. Sarly Muñoz, manifiesta que su familia es de El Tigre, estado Anzoátegui, y se tuvieron que movilizar hasta la casa de un familiar.
Ella, junto a su pequeño de cinco años y su suegra, Hismenia Rondón de 71 años, se vinieron para estar más cerca de Guardacostas. “Nos vinimos a dar tumbos para acá, ni siquiera hay agua. Emocionalmente mi suegra está destrozada, hemos tenido que sacarla a los hospitales porque está muy deprimida. Solo pedimos que los organismos de los espacios acuáticos se aboquen. Tengo la esperanza de que estén con vida”./ar