Fallece Norberto Iriarte: Diablo Mayor de la Cofradía de Naiguatá
* Ya iniciaba los preparativos para presentar la cofradía el 24 del próximo mes en Corpus Cristi
Roraima M. Herrera.- Norberto Iriarte, diablo Mayor de la cofradía de Naiguatá, falleció este sábado a las 6:30 de la mañana, al sufrir un infarto fulminante a sus 56 años.
Era el hijo menor de seis hermanos de la unión entre Mercedes María Aponte y Norberto Iriarte, ambos naturales también de Naiguatá.
Norberto Iriarte, hijo menor del Diablo Mayor, señaló que desde hace tres años había aceptado la jubilación por el Ministerio de la Cultura, luego de haber laborado para ellos durante 26 años. “Mi padre era un emblema de la cultura, amigo de todos y defensor fiel de las tradiciones”.
Durante 30 años estuvo casado con Erid Cáceres. Producto de su amor concibieron dos hijos, Norberid Iriarte (31) y Norberto Iriarte (26), éste ultimo le dio como obsequio de vida un nieto (2), a quien le llamó por su mismo nombre para continuar la tradición de los Iriarte.
Xiomara, una de sus hermanas mayores, lo recordará como una persona leal a sus principios, y solidario con sus hermanos, vecinos y amigos. “Mí hermano era una persona especial(…). Simplemente un ser maravilloso y digno ejemplo a seguir”.
Asume luego de la trayectoria de 60 años de “Robin”
Después del 15 de diciembre de 2013, cuando Naiguatá amaneció de luto por la pérdida de uno de los personajes más queridos y respetados del pueblo: Pablo Roberto Izaguirre, el Diablo Mayor de los Danzantes de Naiguatá, a quien cariñosamente llamaban “Robin”, que previo consenso de la cofradía, Norberto Iriarte asume para dar continuidad a más de 60 años que “Robin” le dedicó a danzar en cada festividad de Corpus Christi.
Recordemos que “Robin”, quien tenía 76 años, fue declarado Patrimonio Cultural Viviente y deja un gran legado a los jóvenes que ingresan a la cofradía naiguatareña.
Su trayectoria
A los cinco años comenzó a bailar como diablo en la cofradía. En aquellos días de 1965 sólo había 12 diablos comprometidos en su fe y en el arraigo ancestral de honrar al Santísimo Sacramento en Naiguatá.
Danzó por más de 50 años, comprometido no solo con ser un buen diablo, sino con velar por el apego hacia las manifestaciones originarias que permitieron a los Diablos Danzantes de Naiguatá ser declarados Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en diciembre de 2012 por la Unesco.
Defensor de la tradición
Aun cuando reconoce la fama de curandero y rezandero de su antecesor, Pablo “Robin” Izaguirre, fallecido en 2013, Norberto asumió su rol de diablo mayor desde su capacidad de enseñar a otros la tradición.
Durante varias entrevista realizadas a distintos medios, consideró siempre que un diablo mayor debía ser el guía, no solo en el desarrollo de las danzas y pago de promesas, sino también en el reforzamiento de la tradición, de cómo se deben hacer las máscaras, cómo se deben pintar los trajes con todo el simbolismo que encierran, y cómo se deben hacer las campanas, como le enseñó “Robin” con su ejemplo.
Señalaba que quien ejercía debía “saber cruzar, rezar las oraciones que han pasado de una generación a otra, colocarles la imagen del Santísimo y las cruces, antes de que empiecen a danzar. Algunos van a la iglesia para que el padre les rece las imágenes y luego vienen para que yo los cruce. Ellos andarán con esas imágenes hasta que termine la fiesta”.
La cofradía
Cuando entró a la cofradía había 12 diablos. “Cuando entró mi abuelo Ciriaco solo había seis y él prometió hacer crecer el número de diablos. Cuando él muere, en 1999, ese año habían danzado más de 200 diablos”, expresó Iriarte en una de tantas entrevistas.
Junto a su abuelo y el grupo de diablos danzantes ya viejos, Norberto se había comprometido en alcanzar algún día el sueño de ser reconocidos patrimonio cultural. La muerte de su padre lleva a “Robin” a ser diablo mayor, pero Norberto asume la creación y registro de la Asociación de Diablos Danzantes de Naiguatá, hoy con la figura legal de cofradía.
Hoy en día la cofradía de los diablos danzantes, quizá por el impacto que causó la declaratoria de la Unesco, experimentó un drástico incremento y ya pasa los 1.500 diablos.
Se espera que hoy sea sepultado en Naiguatá, a las dos de la tarde, luego que sus diablos dancen para él como tributo de honor. RMH/ep