Estamos 10 veces peor que en agosto del 2018
Si el 20 de agosto de 2018 el presidente Nicolás Maduro aumentó el salario mínimo a 30 dólares y este 1o. de mayo lo rebajó a 3 dólares con 54 centavos, pues, matemáticamente, todos los venezolanos estamos 10 veces peor, con 10 veces menos capacidad de consumo.
Pero, bueno, no estamos tan mal como estuve China durante el Gran Salto Adelante de Mao, en los años 60, que fue un gran salto, pero pa’tras, generando decenas de millones de muertos por hambre, hasta la llegada de Deng Xiaoping que acabó con las políticas erradas de Mao.
No estamos tan mal como la Unión Soviética de los años 80, cuando se recrudecieron los efectos de la colectivización, de las comunas, y hubo hambre y desolación, tanta que la unión se derrumbó y se impuso la Perestroika y la Glásnost; era el segundo gran bastión del comunismo que caía.
Definitivamente no estamos tan mal como la Cuba de los 90, cuando a la caída de la URSS Fidel Castro decidió seguir adelante con su fracasado sistema económico a pesar de la supresión del subsidio soviético y de las recomendaciones de los líderes del Kremlin de abandonar el sistema, porque se comprobó que no funcionaba ni funciona: “Los objetivos no fueron alcanzados”, admitieron los soviéticos, después de 72 años. Inició el nefasto “Período Especial”…mente malo para el hambriento pueblo cubano.
No, no estamos tan mal, podríamos estar peor, aunque, claro, “mal de muchos consuelo de tontos”, afirma la sabiduría popular.
China y Rusia se recuperaron, luego de abandonar el comunismo y reconocer la propiedad y la iniciativa privadas. Cuba sigue hundida en su barranco, al igual que Corea del Norte, pero Venezuela puede cambiar, si sus líderes se lo proponen, al fin y al cabo quizás no vale la pena vivir como esos líderes se supone que viven, en una angustia permanente, una manía persecutoria pemanente, mientras el país se debilita por el hambre, la sed y la desesperanza, porque el bolívar “fuerte” que creó el presidente Hugo Chávez o el bolívar “soberano”, ideado por el presidente Nicolás Maduro, a pesar de todas las “buenas intenciones”, cada día se devalúa más y hoy, aunque ganemos 10 millones de bolívares fuertes soberanos, a pesar de las 2 reconversiones monetarias y de una inminente tercera, la verdad es que estamos en pobreza extrema, según los parámetros de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Estos 3.54 dólares mensuales no le sirven a los trabajadores para comprar ni a los empresarios para vender, es el salario más bajo del mundo. Insuficiente en cualquier país, pero más en uno que debería estar en opulencia como los Emiratos Árabes o la Arabia Saudita, petroleros como nosotros, liberados por nosotros cuando el ministro de petróleo venezolano Juan Pablo Pérez Alfonzo ideó y creó, en septiembre de 1960, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). ¡Alabado sea Dios!
¡Somos grandes! Y la aplastante situación de catástrofe que sufrimos puede ser un factor que obligue a todos a pensar, pues la pandemia presiona hacia una visión más amplia y humana de la situación-país.
La libertad de los 6 de Citgo es un avance, la conformación del nuevo Consejo Nacional Electoral es otro. La derrota de Pablo Iglesias y su renuncia a toda actividad política, en España, puede ser otra señal. Los líderes del gobierno y de la oposición deben ponerse de acuerdo sobre bases firmes para sacar el país de esta miseria que debería avergonzarlos, sin más sufrimientos de los que ya hemos soportado, y que aceptamos como si fuera una penitencia, un castigo.
La Ley del Silencio que se impuso en España debe ser analizada. También los acuerdos Pinochet-Oposición, en Chile; de Clerk-Mandela, en Suráfrica; Jaruzelski-Walesa, en Polonia…
Por favor busquen una solución urgente que no sea más teatro, porque el pueblo está pasando hambre y necesita comer.
Rómulo Herrera