En terapia intensiva la salud del venezolano
El pediatra Francisco Sucre insiste en que la ida de profesionales “nos llena de profunda tristeza como médicos y como venezolanos”
Francisco Rafael Sucre Silva es cumanés de pura cepa, pero su vida de médico se la ha dedicado al pueblo de Vargas, donde se casó y tuvo a sus hijos. Es médico egresado de la Universidad de Los Andes, en Mérida, especialista en puericultura y pediatría en el Hospital de Lídice, en Caracas.
Amy Torres.-
Cuenta que siendo el nieto preferido su abuela, que es descendiente del Gran Mariscal Sucre, fue coaccionado desde pequeño para que fuera militar, pero el pequeño Francisco tenía muy claro que quería ser médico. “Siempre me la pasaba rajando lagartijas y demás animalitos. Una vez graduado quise complacerla asimilándome en la Marina, pero me di cuenta de que mi vida no era esa; no me gustó”.
Está claro que ejercer la medicina en Venezuela en estos tiempos no es nada fácil, y aunque no reprocha a los colegas que se han ido a otras fronteras, pide a quienes siguen en el país continuar luchando.
“El reto es seguir adelante llevando salud. Entiendo a los médicos jóvenes porque sé lo que cuesta formarlos: son siete años de estudios, más tres años de postgrados, el trabajo rural. Además de eso pasamos toda la vida estudiando en los congresos y todo eso se lo ha llevado Chile, Perú, Ecuador, Bolivia, España”.
Eso sí alaba la formación de los profesionales de la medicina venezolanos, de quien asegura son bien catalogados en esos países.
Pero señala en que hay que insistir en frenar el éxodo. “Ojalá que ese canal humanitario se pueda dar, porque solo eso daría freno al éxodo. ¿Sabes qué es frustrante? Que te llegue un paciente a un hospital y no tengas ni los insumos ni el material médico quirúrgico para atender una convulsión, un infarto, un deshidratado… Porque nosotros nos formamos para aliviar el dolor y prolongar la vida”.
“Este éxodo nos llena de profunda tristeza como médicos y como venezolanos, pero más a nosotros que vemos a diario que cada vez son más los que se van: sean camilleros, enfermeros, todos”.
No hay vacunas y las que se consiguen están dolarizadas
Sucre sostiene que como pediatra es inhumano que en el país no haya las vacunas mínimas necesarias para un niño como rotavirus, neumococo, antiinfluenza, varicela, hepatitis A. “Lo peor es que las que se consiguen tienen precios dolarizados. ¿Qué madre tiene para pagar 140 dólares por una dosis? Mi nevera la tengo haciendo puro hielo, cuando antes estaba repleta de dosis que eran baratas”.
Este médico pediatra que pasa consultas de Niño Sano en la Sanidad refiere que no ve justo que los nuevos profesionales tengan que ejercer en condiciones tan adversas como las de ahora.
“Mi hijo es médico y se fue a Chile. Me dijo un día: ‘Papá, me voy porque no tengo cómo vivir con estos sueldos’. Y es que si yo que soy médico especialista II con más de 30 años de servicio gano Bs. 248 mil quincenal que no me alcanzan ni para un kilo de queso, ¿qué pueden hacer con eso estos jóvenes médicos? Nada, ni un blue jean se compran”.
Lamenta que anteriormente se debía dormir en los hospitales para optar a los postgrados y especializaciones, que ahora están desiertos producto de esta masiva migración, no hay quien los haga.
Asegura que su temor es que en el país queden los médicos integrales comunitarios, y por eso dice que no abandona el país. “Tú me llamas un domingo y te lo examino hasta en mi casa con tal de que no caiga en manos de esos muchachos, que empiezan a inventarle cosas y hacer que esas madres gasten dinero”
Revela que en los centros de salud ha notado con preocupación que “los médicos de verdad” se han vuelto flojos y mandan a los MIC a atender mientras ellos se van a leer revistas en las residencias. Eso está pasando”./AT