Lorena Correa, Loreclaverdad@gmail.com.- Una vez más Naiguatá estuvo de fiesta, en esta oportunidad para celebrar el Día de San Pedro. Grandes y pequeños se congregaron en la Plaza Bolívar de Pueblo Arriba, Naiguatá, donde le rindieron honores al ritmo del tradicional “¡Buen día Pedro!”.
Durante la misa oficiada en la iglesia San Francisco de Asís, el párroco Alberto Castillo resaltó que San Pedro y San Pablo son los pilares de la iglesia.
Al finalizar la ceremonia y salir de la iglesia, devotos recibieron al Santo con el repique de los tambores para luego recorrer el pueblo y visitar 21 casas de los “promeseros”.
Por primera vez se encontraron los tres santos del tambor
Por primera vez se realizó el encuentro entre San Pedro, San Juan y San Antonio, quienes son homenajeados durante todo el mes de junio.
El acto representó, para los feligreses, un símbolo de amor y hermandad. “Dios nos quiere decir que debemos amarnos como hermanos y dejar las peleas, discordias o cualquier tipo de problemas que puedan existir, porque en la unión está la fuerza”, expresó el párroco Castillo.
El Santo llegó de España
Baudilia de Longa, dueña y custodia de San Pedro, explicó que la tradición inició cuando su esposo Jesús Longa era muy amigo de la dueña de San Juan y le gustaba mucho tocar tambor.
“Todos los años ella, cuando empezaba a caer la tierrita del techo por el retumbar del tambor, mandaba a parar la música, porque antes se bailaba adentro de la casa, mi esposo se molestaba y la insultaba. Le decía que se quedara con su San Juan porque él el próximo año se compraría un San Pedro”.
Señaló que el sacerdote José María Larraeta, como era muy amigo de la familia, en un viaje a España compró un San Pedro en el año 1952, al regresar lo buscó y se lo entregó metido en una caja. “Y desde ese entonces le realizamos sus fiestas con la logística de la familia”.
“Vino a mi casa y me dio una pastilla para sanarme”
De Longa comentó que hace dos años sufrió un ACV y San Pedro la visitó a su casa. “Yo sé que estaba muerta, estaba muy delicada de salud, el médico le dijo a mi familia que ya no se podía hacer nada. Cuando Pedro vino me dijo abre la boca que te voy a dar una pastilla, me recuperé y no tenía rastro de la enfermedad”.
Después del milagroso suceso, la devoción y el fervor fue creciendo en su familia de generación en generación.
“Por eso la familia Longa celebra por todo lo alto el milagro de la vida, le debo lo que soy. Mientras me lo permita, tocaré su libro para que me borre de la lista de los que les toca partir de este mundo”.
San Juan se quedó dormido y despertó el día de San Pedro
Mercedes Ortega explicó que el tradicional encuentro realizado entre los dos santos significa, según la leyenda, que San Pedro va a la casa de San Juan a decirle que está cumpliendo años, este despierta y le dice que el cumpleañero es él. “‘No Juan hoy es mi cumpleaños’, Bautista se pone a llorar porque no puede creer que se quedó dormido. Y por eso llueve el 29 de junio”.
Resaltó que “le pedimos paz por esta Venezuela que está agonizando, que nos ayude”.
Familias dan gracias por los favores y milagros recibidos
Marielena López informó que desde hace dos años, cuando a su hijo le diagnosticaron linfoma de Hodgkin, se ha encomendado a San Pedro. “Gracias a Dios esta bien, continuamos pidiendo salud y bienestar para la familia”.
Marbelys Flores destacó que desde antes ella nacer, su mamá Petra Flores celebra el día del Santo. “Desde que se casó hace más de 45 años, le llevan a San Pedro hasta su casa. Toda la familia se reúne para agradecer y pedir salud”.
Manifestó que el año pasado no pudieron recibirlo con ella porque estaba hospitalizada. “Actualmente estamos más aferrados a él porque mi mamá está un poco delicada de salud”.
María Mota aseguró que las llaves en el cuello del Santo son las que abren la puerta del cielo, igualmente en el caso del libro las personas tienen como tradición pasarle la mano pidiéndole que los borren.
Tradición y fe que va de generación en generación
Erick Franchesky relató con orgullo que nació y creció en Naiguatá. “Participo en las fiestas porque es parte de la formación que recibí de mi familia, además de seguir con el legado, siempre en función de la religión cristiana que nos caracteriza como latinos”.
Deivy Merente indicó que desde niño, sus padres y familiares le inculcaron el amor por el toque de tambor. “Mi tía, la reina del tambor, también tuvo que ver con el amor que le tengo a las fiestas, por eso ahora tengo la tarea de inculcárselo a mis hijas, quienes a pesar de estar pequeñas les gusta”. LC/ep