* Concesionarios exigen mejoras de suministro de agua y recolección de basura
María Elena Moreno – De mal en peor van las ventas en el mercado comunitario de Catia la Mar, aseguran los comerciantes. En el segundo piso, donde predomina el rubro de ropa, explican que entre los altos precios y las incomodidades del mercado, los clientes no se sienten satisfechos y en una buena semana no venden más de dos prendas. Hay quienes prefieren no ir a trabajar, es por eso que los pasillos lucen desolados.
Alzas diarias en la ropa al mayor acorralan a los vendedores, quienes en todo el año no han visto luz. Rosa Villarroel tiene cerca de 25 años dedicada a la venta de prendas, y alega que por primera vez se le ha vuelto un negocio insostenible.
“Antes me mantenía surtida. Ahora gasto más y compro menos, además, no puedo ni comprar por docenas. Las batas que compro en 1000 bolívares hoy ya mañana están en 1500. Es alarmante esta situación, hay días en los que no se llevan nada”.
Sin agua y con calor parejo
Destaca que las condiciones del mercado tampoco colaboran. La proliferación de malos olores y el suministro deficiente de agua en los baños es una constante. “A veces debemos quemar alcanfor porque el cuarto de basura desprende un olor que llega hasta aquí. Los baños también tienen días insalubres porque mandan el agua a cuentagotas”.
Indican que pese al aumento a 2500 bolívares que se le hizo a la cuota de condominio, las deficiencias siguen siendo las mismas. “Queremos mejoras. Además, si es posible que sustituyan el techo. Tiene un material que concentra el calor, además entra la claridad que nos está dañando las prendas de ropa. Ni siquiera en la calle nos pasaba eso. De paso el calor es insoportable porque no sirven los extractores”. Comenta que para salvar la mercancía, han tenido que improvisar con toldos dentro de los puestos.
Piden más seguridad
Asimismo, los concesionarios han manifestado ser víctimas de represalias. Explican que lo desolado de los pasillos ha hecho atractivo el mercado para los delincuentes, quienes a punta de armas blancas los despojan de efectivo y mercancías. “Hace falta más seguridad. Me quitaron lo poco que había hecho en un día. Deben hacer recorridos porque da miedo trabajar así. A veces en un pasillo solo hay dos puestos abiertos”, dijo una vendedora víctima del hampa. /MEM/ar