Diario La Verdad de Vargas

El último adiós al duque de Edimburgo

La reina Isabel II dio el último adiós este sábado al hombre con quien estuvo casada 73 años, su «fuerza y apoyo», el príncipe Felipe, en un sobrio funeral de cariz militar con mascarillas y pocos invitados debido a la pandemia.

Las exequias de la realeza británica suelen ser de gran envergadura, planificadas durante años y concurridas por monarcas y mandatarios de todo el mundo. Pero las restricciones impuestas por el coronavirus obligaron a modificar los planes para el entierro de Felipe, que falleció el 9 de abril, dos meses antes de cumplir 100 años. La ceremonia se limitó a 30 invitados íntimos con mascarillas y distancias de seguridad.

El acto comenzó con un minuto de silencio antes del oficio religioso en San Jorge, la capilla gótica del siglo XV situada en el casi milenario castillo de Windsor, unos 50 km al oeste de Londres.

Luciendo sus medallas militares sobre trajes civiles, los cuatro hijos y varios de los nietos de la pareja real acompañaron a pie hasta allí al Land Rover verde, especialmente diseñado por Felipe para llevar su féretro, durante un breve cortejo fúnebre por los jardines del castillo.

La reina les siguió en un Bentley oficial con una dama de compañía.

Sin embargo, la monarca, que el próximo miércoles cumple 95 años, se sentó sola en la capilla para despedir a su esposo, el hombre con quien se casó siendo aún princesa en 1947 y cuya muerte la deja sola en el ocaso de su reinado.

Un coro de cuatro cantantes distanciados en la enorme nave entonaron temas elegidos por el propio duque de Edimburgo, incluidos dos que él mismo encargó a los compositores británicos Benjamin Britten en 1961 y William Lovelady en 1996.

Y el decano de Windsor, David Conner, recordó la vida de servicio de Felipe.

Tras el funeral, presidido por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de los anglicanos, el duque fue descendido en privado a la cripta real de la capilla San Jorge para ser inhumado.

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