Desde 1956, el año que se empezó a adjudicar el Cy Young, apenas diez lanzadores pudieron concretar el doblete del premio al mejor lanzador y al Jugador Más Valioso (MVP).
Y sólo una vez, el doblete fue logrado en el mismo año por pitchers de ambas ligas. Eso ocurrió en 1968, cuando Bob Gibson de San Luis se llevó el premio de la Liga Nacional al terminar con un portentoso promedio de efectividad de 1.12 y Denny McLain con Detroit obtuvo el de la Americana al anotarse una astronómica cantidad de 31 victorias.
Cuarenta y seis años después, restando mes y medio de temporada, la posibilidad de que los ganadores de ambos galardones sean lanzadores es bastante factible.
Uno es Félix Hernández, en la Americana. El derecho venezolano de Seattle sigue ampliando su alucinante racha de 16 aperturas seguidas en las que ha cubierto al menos siete innings, permitiendo dos carreras limpias o menos. La marca previa era de 13, fijada por Tom Seaver en 1971. Recién este semana, el “Rey Félix” se convirtió en el primer lanzador desde Dwight Gooden en alcanzar los 2.000 innings durante o antes de cumplir los 28 años.
El otro es Clayton Kershaw, en la Nacional. El zurdo de los Dodgers tiró un juego sin hits -que debió ser perfecto de no haber sido por un error de Hanley Ramírez- y en el que recetó 15 ponches. También encadenó una racha de 41 innings sin tolerar carreras, poniendo en la mira el récord de 59 en manos de Orel Hershiser desde 1988.
Cada uno asoma al frente en las principales estadísticas individuales en sus respectivos circuitos.
Números de lujo
Al iniciar la jornada del sábado, Hernández lidera en promedio de efectividad (1.95), aperturas de calidad (23) y WHIP (0.86). Comparte el segundo lugar en victorias (13), marcha segundo en innings lanzados (180 y un tercio) y está tercero en ponches (194).
El derecho de Valencia se encamina a redondear su mejor campaña de una trayectoria en Grandes Ligas que lleva una década y en la que cuenta con un Cy Young conseguido en 2010 con 13 triunfos.
Kershaw, quien se perdió un mes y medio por una dolencia en la espalda, marcha primero en victorias (14), efectividad (1.78), WHIP (0.86) y juegos completos (5). Pese a su ausencia al inicio de la campaña, figura cuarto en ponches (163).
La estadística de ambos que asombra es la de efectividad, ya que ambos evocan el 1.74 que Pedro Martínez fijó con Boston en 2000, en el apogeo de la Era de los Esteroides.
El espíritu del 68
No es casualidad que este 2014 haga recordar aquel 1968, un año de abrumador dominio de los lanzadores. Tanto así que provocó que Grandes Ligas tomase la medida radical de achicar el montículo -de 38 a 25 centímetros- y también reducir la zona de strike.
Gibson y McLain se alzaron entonces con sus respectivos Cy Young de manera unánime. Ahora, Hernández y Kershaw prácticamente no tienen competencia y todo indica que repetirán semejante votación, salvo la intervención de algún despistado.
¿Qué ocurrirá? Mejor prepárese para otra edición de un debate en el que quienes se oponen a que los lanzadores sean consagrados con el JMV insistan que no juegan todos los días, aunque ignoren olímpicamente la cantidad de bateadores que deben enfrentar durante el curso de una temporada.
Pero todo estará en manos de Hernández y Kershaw, sobre todo en el venezolano que lucha por primera vez en alcanzar los playoffs. Si sus Marineros (un equipo con 90 o más derrotas en seis de sus últimas diez campañas) logran clasificarse a la postemporada, algo que no logran desde 2001, Hernández tendría un irresistible argumento a favor.