En Venezuela resulta más costoso el papel y la tinta con la que está impreso el billete de 2 bolívares que la moneda misma. El billete de más alta denominación en el país equivale a 9 centavos de dólar. Por años se ha retrasado la salida a la calle de montos de mayor valor, para una nación que posee la inflación más alta del mundo.
La inflación en Venezuela cerró en el año 2015 en 181%, por esto, la relación de los ciudadanos con el efectivo se ha tornado difícil debido a la gran cantidad de billetes sin valor que deben cargar para realizar compras fundamentales. Pero esta situación no solo afecta a la comodidad de los venezolanos, la inseguridad que aqueja al país se une con los problemas inflacionarios.
Nelson Merentes, presidente del Banco Central de Venezuela, anunció la semana pasada que se emitirán billetes de 200 y 500 bolívares, pero no indicó fecha.
A finales del año pasado se redujo la cantidad diaria que dispensan los cajeros automáticos a 3.000 bolívares. Un kilo de carne, en el mercado informal, cuesta aproximadamente 2.500 bolívares, es decir, sobraría solo 500 bolívares para el resto de las compras. “Para pagar la compra semanal en el mercado de verduras, de unos 5.000 bolívares, hay que llevar un fajo de billetes cuando en realidad es poco dinero», dice Lorena Gil, vecina de El Valle en Caracas.
Todo esta situación se ha incrementado debido a que el BCV ha impreso moneda sin respaldo para paliar el déficit que tienen tanto el Ejecutivo como Petróleos de Venezuela, la empresa que produce 95 de cada 100 divisas que ingresan.
Los billetes salen a la calle y aumentan la liquidez en manos de los ciudadanos. «La información extraoficial es que en realidad la inflación fue de 270% al cierre de 2015 y ya para 2016 se calcula que alcance 700%», explicó Gustavo Rojas, economista y director de la firma Polinomics.
Los economistas señalan que la unificación cambiaria sería un paso clave. Hasta ahora, las conversiones de bolívares a dólares se han hecho tomando como referencia la cotización del dólar en el mercado negro, que es 100 veces más alta que la oficial, solo usada por el gobierno en sus transacciones.