¡Y ganarse los corazones del mundo entero!
Rómulo Herrera
Editor en Jefe
Es el momento del líder chino, quien ha sido muy prudente en el manejo de esta crisis que está poniendo en riesgo la ya golpeada economía mundial y, aún más grave, la seguridad del propio planeta.
Xi, quien ha consolidado a China como la segunda gran potencia económica del mundo, se ha hecho amigo de Rusia y le sobra lo que a Vladímir Putín le falta: Dólares. Por eso, esta es su gran oportunidad para, basado en su posición, deje la moderación a un lado y asuma esta crisis como mediador, evitando que el mundo vuelva a etapas ya superadas de “Guerra Fría” y enfrentamientos entre países.
China no debe ser, no puede ser, perdón, indiferente ante una situación que trasciende el sufrimiento de los ucranianos y amenaza con escalar a una guerra mundial, inevitablemente nuclear. Si Xi toma el mando y le pide a Rusia que, por favor, deje de aplicar la Ley del Más Fuerte, que no siga matando a soldados ucranianos, que no por ser militares dejan de ser humanos y que regresen los suyos a las fronteras del inmenso territorio ruso, nada menos que el país más extenso del mundo: 17 millones 130 mil kilómetros cuadrados, el doble que Estados Unidos y China.
La acción del liderazgo chino evitaría que los ríos de sangre que hoy inundan a Ucrania, por cuenta de Putín, sigan creciendo. Hay que parar ese abuso del grande contra el pequeño, y que la sangre derramada se diluya en el mar de los tiempos y un poco se seque y quede como recordatorio de lo que no debe ser. Por supuesto quedará el horror de la devastación que el pequeño gran país, de 44 millones de valientes y 603 mil kilómetros de extensión, tardará años en superar en lo económico, aunque quedarán para siempre las huellas impresas con hierros calientes, en la psiquis de los niños y adultos y de 3 generaciones, por lo menos.
El mundo sabrá agradecer a China y a XI, esta participación como líder de un conflicto del cual todos quieren salir, incluido Putín, quien tendría una salida medio honrosa a su tremendo e inhumano error, calificado por el Papa Francisco, y por mí, como el regreso a la barbarie, el retorno a la Ley del más fuerte. “Es una barbarie lo que se ve en Ucrania. Una guerra donde cientos de civiles, incluidos niños, han perdido la vida. En el nombre de Dios detengan esta masacre”, sentenció el Papa. Yo, por mi parte, digo y repetiré que los soldados también son seres humanos y sus vidas también cuentan.
Solo Xi lo puede hacer. Biden es la primera potencia y lidera la defensa-ataque contra Rusia, Xi es un aliado-neutral de Putín, y tiene una posición privilegiada de poder, un poder que tiene que usar, porque usted es el único que puede resolver esta crisis mundial, por estar en el medio con buenas relaciones con ambos, con el agredido Ucrania y el agresor Rusia. Él tiene la fuerza económica y puede negociar con el líder ruso desde la ventaja que le da su capacidad de compra de la materia prima, petróleo y gas, que Rusia ahora no tiene a quien vender, porque echó al cesto a sus clientes.
El mundo tiene hoy 3 grandes líderes: Joe Biden en una esquina, la de los buenos, Xi Jinping en el centro, como mediador, como el que tiene el poder para mediar y también de imponer y resolver, y Vladímir Putín, en la otra esquina, la de los malos, por decisión propia.
Nada volverá a ser igual después de la caída económica mundial por la pandemia, un mal que aún arrastramos, y que ahora se agravó por el virus letal de los misiles que matan la gente y enterraron viva la confianza de los países civilizados de Europa. Putín cambió el rumbo de la historia, afirmó mi admirada estadista Angela Merkel, y estamos de acuerdo con ella: cambió la historia de nuestros tiempos. Lo que no podrá hacer es convencer a los países que sufrieron de hambre y miseria, por participar en el experimento de unificación e igualitarismo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, a que abracen a la Federación Rusa de hoy, ahíta de miles de millones de dólares, gracias a la venta de sus commodities, petróleo y gas, principalmente, pero que se concentró en la investigación y fabricación de armas cuya utilidad es dudosa en estos tiempos, quedando a la zaga en materia de crecimiento tecnológico.
Permítanme un inciso: Cuando cayó el socialismo, el 25 de diciembre de 1991, el día de la disolución de la URSS, la Federación Rusa pudo abrir sus inmensas reservas de gas y petróleo a mercados que las necesitaban y tenían con qué pagarlas. Rusia empezó entonces a salir de la devastadora miseria que le había dejado el socialismo, hace 30 años. 11 años antes, el año 1980, Deng Xiaoping enterraba el socialismo y abría China al mundo, creando las Zonas Económicas Especiales (ZEE), que daba a los 1.300 millones de chinos hambrientos de un cambio, la posibilidad de tener empleos.
Xi Jinping tiene en sus manos la oportunidad de convertirse en el gran héroe de la paz mundial, el salvador, y el que le permitiría al mundo moderno la vuelta a la “doblemente nueva” normalidad.
Xi, mi gran esperanza, está al bate si da un jonrón, pondrá fin a la masacre y recibirá una ovación de pie de todos los ciudadanos del mundo, incluidos las decenas de millones del pueblo ruso que rechazan la agresión.
Solo Xi lo puede hacer. Biden es la primera potencia y lidera la defensa-ataque contra Rusia, Xi es un aliado-neutral de Putín