Las Grandes Ligas cerraron 2016 con el fin de la increíble sequía de 108 años sin títulos de los Cachorros de Chicago, que sus creyentes achacaron en gran parte a la Maldición de la Cabra.
Con un doblete decisivo de Ben Zobrist -MVP a la postre- en el décimo inning del séptimo juego, los Cachorros vencieron 8-7 a los Indios de Cleveland y se coronaron en el Clásico de Otoño.
Era la sequía más larga de triunfo de un equipo en Estados Unidos.
Los Cachorros entraron así a los libros de historia ya que no saboreaban las mieles del triunfo desde 1908.
Los Cachorros lograron una remontada histórica que sólo habían logrado cuatro equipos con el formato de siete juegos en una Serie Mundial llegar a estar debajo 1-3.
El conjunto de Chicago se unió a los Yanquis (1958), los Tigres (1968), los Piratas (1979) y los Reales (1985) como los únicos equipos en revertir esa desventaja.
Los Cachorros no habían alcanzado la Serie Mundial desde 1945, supuestamente víctimas de la maldición de Billy, impuesta por un propietario de una taberna que fue expulsado junto con su cabra de un juego de la serie en el Wrigley Field y juró que los Cachorros nunca volverían a ganar.
Latinos casi a la par
Conocido como el pasatiempo nacional en Estados Unidos, el beisbol de las Grandes Ligas, que produjo en la pasada campaña unos 10.000 millones de dólares, está dominado por los jugadores latinos casi a la par de los estadounidenses.
De los poco más de 800 jugadores que compiten a ese nivel (25 por cada uno de los 30 equipos) ya los latinos ocupan casi un 40% de las platillas, incluidos los de sangre latina nacidos en Estados Unidos.
Y sacando partido al dicho de que en la cantidad también hay más posibilidad de encontrar calidad, el beisbol es un claro ejemplo para demostrar que muchos latinos tienen etiqueta de estrellas.
Un ejemplo marcado es precisamente la última Serie Mundial, donde el destaque latino estuvo presente desde el principio.
El cubano Aroldis Chapman y el boricua-estadounidense Jake Arrieta fueron los más sobresalientes por los campeones, mientras que por los Indios lucieron el puertorriqueño Francisco Lindor y el dominicano José Ramírez.
También se coronaron tres venezolanos, los receptores Willson Contreras y Miguel Montero, y el relevista Héctor Rondón.
La hazaña de Chapman
El taponero Chapman tuvo mucho que ver en esta historia con final feliz para los suyos ya que los Indios se pusieron a una victoria de lograr el campeonato y el cubano se lo impidió con una actuación de relevo magistral, que motivó que la Serie regresara a Cleveland.
Con excelente labor monticular de Jon Lester y joya de relevo de Chapman, los Cachorros se impusieron 3-2 para continuar con vida.
En la campaña regular, compartida entre los Yanquis y los Cachorros, el cubano propinó 90 ponches en 48 innings.
En el Clásico de Otoño participó en cinco juegos y propinó en siete entradas 11 abanicados.
Por su parte, Arrieta (2-0) fue el único lanzador de los Cachorros con dos victorias.
La sequía de 68 años de la tribu en una Serie Mundial continúa pues la última vez que se coronó fue en 1948.
El destaque de los latinos ya no sorprende a nadie pues en los últimos 20 años ocho han recibido el trofeo de MVP.
Los premiados han sido el cubano Liván Hernández (Marlins, 1997), el panameño Mariano Rivera (Yanquis, 1999), el dominicano Manny Ramírez (Boston, 2004), el boricua-cubano Mike Lowell (Boston, 2007), el colombiano Edgar Rentería (Gigantes, 2010), el venezolano Pablo Sandoval (Gigantes, 2012), el también quisqueyano David Ortiz (Boston, 2013) y el también llanero Salvador Pérez (Reales, 2015).
La partida de José Fernández
El año tuvo su nota triste con el fallecimiento del estelar lanzador cubano José Fernández (Marlins), quien falleciera a finales de septiembre en un accidente marítimo.
El lanzador derecho estaba por terminar su mejor temporada, con un récord de 16-8 con promedio de 2,86 de efectividad y 253 ponches, el segundo mejor de la Liga.
El cubano fue galardonado por los propios jugadores con los premios Regreso del Año y Players Choice, ambos póstumamente.