El escultor francés Bruno Catalano crea esculturas de bronce de tamaño natural tituladas “Les Voyageurs” (Los viajeros), que son una vívida representación del vacío existencial que afecta a los emigrantes.
El hombre que guarda en su chip interior todos los miedos heredados de sus ancestros, necesita conservar su territorio, su hogar su Patria, porque esa es la forma de sentirse un poco seguro.
La mujer y el hombre somos gregarios por naturaleza. Amamos la estabilidad que nos da paz y nos blinda de los fantasmas que nos acechan. Cuando nos convertímos en emigrante guardamos en la maleta las cosas materiales, las más esenciales, y también metemos allí todos los sueños, todo nuestro dolor y frustraciones.
El emigrante prepara su maleta llorando porque lo vulnera el dolor lacerante, muy físico, que siente el árbol cuando cede a las fuerzas del viento o del río, y sus raíces se rompen y cae. Su vida está en peligro, pende de una hilo, se empieza a escapar
Y así, mientras su sangre se diluye con sus lágrimas interiores, tiene que preparar sus maletas y partir de lo que era suyo, de sus costumbres, sus familiares, su entorno.
El emigrante camina por el mundo sobre sus raíces rotas y sangrantes, con el corazón vacío, condenado por siempre a vivir en modo nostalgia.
Los viajeros de Bruno Catalano son una representación visual de ese vacío existencial eterno, pero decreciente, que causa la migración.
Nacido en Marruecos en una familia siciliana se crió en Francia, por lo que conoce los problemas de primera mano las secuelas del proceso.
Rómulo Herrera