*El profesor Carlos Teixeira asegura que la rebelión dejó como lectura que los militares no deben intervenir en la política, sino garantes del cumplimiento de la Constitución
Beatriz Rodríguez
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Para el profesor Carlos Teixeira, el 4 de febrero fue una fábula con mucha improvisación. “No fue una insurrección preparada como las montoneras y alzamientos del siglo pasado, fue un fraude para el país».
Destaca que no tuvo un jefe visible y solo se le vio la cara cuando dijo el «por ahora» por el medio que lo proyectó.
«Los militares alzados tenian como principal bandera la anticorrupción y resulta que con ellos en el poder se ha disparado 70 mil veces más que en el pasado».
Señala que otra bandera era la defensa de la soberanía, pues decían que Carlos Andrés Pérez estaba negociando el golfo y «resulta que ahora han cedido y permitido zonas exclusivas a extranjeros alíados del régimen».
Indica que el 4 de febrero lamentablemente muchos jóvenes militares perdieron la vida. “Estaban llenos de ilusiones y sigueron a quienes tenían otros intereses diferentes al amor a la patria».
«El acto fallido para derrocar a CAP nos dejó como enseñanza que más nunca los militares deben ser protagonistas del arbitraje en el conflicto económico y social que pueda tener el país, sino que deben ser garantes del cumplimiento de la Constitución»./jd