Unos pagan $30 por una cisterna, mientras que otros caminan kilómetros para abastecerse
Laura De Stefano
Desde hace dos años unas 300 familias de La Capilla, en Catia la Mar, no gozan de agua por tubería porque la poca que envía Hidrocapital carece de la suficiente presión para subir hasta la parte alta del sector donde la comunidad tiene un tanque comunitario.
Relatan que contar con un poco de agua se ha convertido en un calvario, especialmente para aquellos que no disponen de 30 dólares por una cisterna. Tal es el caso de Juan Sánchez que, a sus 50 años y con problema de tensión, a diario debe subir y bajar para llenar sus bidones en la estación de bombeo de Mamo.
Emplea aproximadamente media hora entre bajar y subir, porque debe hacer unas paradas para descansar y no desfallecer en el trayecto. La fuerza solo le da para cargar 20 litros de agua que comparte con su hermana mayor Janet Karín.
Para Trino Navarro la situación no es mejor, pues debe gastar entre 30 y 40 dólares por 10 mil litros de agua que comparte con sus hijos y nietos. En sus 32 años viviendo en La Capilla esta es la primera vez que sufren tanto por el agua. “Cuando me mudé no teníamos problemas. Pero de dos años para acá ha empeorado el abastecimiento, si no es por el suministro, son las bombas dañadas”.
Indicó que el problema es que no les llega agua y hasta los momentos desconocen cuál puede ser el motivo a pesar de las gestiones realizadas en la hidrológica. Comentó que debe ahorrar al máximo y solo la utiliza para lo estrictamente necesario como cocinar, lavar y bañarse. “Ni nosotros sufrimos en La Capilla, en la Pipotera es aún peor”.
Gonzalo Ávila destacó que desde hace 20 años la comunidad cuenta con un tanque comunitario de 20 mil litros. “Lo que necesitamos es que Hidrocapital mande el agua con presión para llenarlo y de aquí enviarlo hasta el otro tanque de 160 mil litros para surtir por gravedad a todos los sectores. Las dos bombas están operativas. Pedimos que por una semana nos suministren agua y que el ciclo se repita cada 15 días”.
Hace dos años repararon, con la colaboración de los vecinos, una de las bombas. Para aquel entonces desembolsaron 750 dólares.
No llegan las mangueras
Karina Guzmán, madre de dos niños de 9 y 13 años de edad, manifestó con resignación que deben comprar el agua para realizar los quehaceres diarios. “Cada 15 días gastamos 20 dólares por una cisterna porque es vital para la vida. Pero muchas gentes de la comunidad no tienen recursos y deben ir hasta el puente de Mamo a abastecerse de una tubería donde se desperdicia el agua”.
Otros ni con cisternas pueden abastecerse, porque sus casas están en lo más alto del cerro donde no llegan las mangueras. Solo les queda esperar por un milagro y que Hidrocapital atienda a sus súplicas.
En diciembre de 2021 se reactivó el sistema de bomba de agua que beneficiaría a las familias de los sectores de Marapa, Piache I y II, La Capilla, El Desagüe y Mamo. Serían 38 mil litros por segundo.
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