Este viernes se cumplen 410 años de la publicación de la primera parte de la inmortal novela de Miguel de Cervantes Saavedra, ‘El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha’, la cual se considera como una de las obras más destacadas de la literatura española y universal.
La segunda parte se publicó en 1615, con el título ‘El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha’.
Impresa en Madrid, en casa de Juan de la Cuesta, a finales de 1604, salió a la venta en enero de 1605 con numerosas erratas, por culpa de la celeridad que imponía el contrato de edición.
Esta edición se reimprimió en el mismo año y en el mismo taller, de forma que hay en realidad dos ediciones de 1605 ligeramente distintas.
La inspiración de Cervantes para componer esta obra vino, al parecer, del llamado ‘Entremés de los romances’, que era de fecha anterior, cuyo argumento ridiculiza a un labrador que enloquece creyéndose héroe de romances. El labrador abandona a su mujer y se echa a los caminos, como hizo don Quijote.
La importancia de Don Quijote, entre otros aspectos, radica en haber sido la primera obra europea genuinamente desmitificadora de la tradición caballeresca y cortés, al darle un tratamiento burlesco a una temática que, durante siglos, se había constituido en un canon literario rígido, apegado a la figura de héroes fantásticos, que poco o nada tenían que ver con el mundo real.
Cervantes retrata, a través de sus personajes, tipos humanos reales, sujetos a defectos, pasiones y vicisitudes imposibles de atribuir a los personajes caballerescos. En virtud de ello, Don Quijote representa la primera obra literaria que se puede clasificar como novela moderna y también la primera novela polifónica, donde el autor ofrece diversas perspectivas de construcción de la realidad, razón por la cual esta obra ha ejercido una influencia crucial en el desarrollo de toda la narrativa occidental posterior.