Devotos de San Juan bailaron su tambor
A la espera de la salida de San Juan esperaban feligreses en la entrada de la Iglesia de Caraballeda, la cual estaba abarrotada de devotos del santo esperando el inicio de los tambores.
Niños y adultos mayores en su mayoría pagaban promesa por los favores concedidos por San Juan. La vestidura del santo estuvo a cargo de Junior Pérez y el arreglo floral del altar donde se encontraba lo otorgó Adriana Sandoval, esto bajo la supervisión de Carolina Parejo encargada de resguardar el santo durante todo el año.
Parejo quien honra a su madre durante tercer año consecutivo mediante celebración de San Juan, herencia heredada desde hace 49 años cuando nació y fue criada en el seno de una familia que impulsó la celebración de este santo en la Parroquia Caraballeda.
Mas de 200 devotos gritaban ¡Como loco! al escuchar el primer repique de tambor en honor a San Juan, el cual salió de la iglesia en bailado por una seguidora de mas de 55 años. La tradición continúa expresa Larry Foucadol quien asegura que “esta la herencia que me dejaron mis padres y las que yo les dejo a mis hijos”, destacando la importancia de mantener las tradiciones vigentes con el pasar de los años.
Foucadol toca el tambor de San Juan desde hace mas de 20 años y en ocaciones sus hijos varones le acompañan. Entre la multitud que esperaba bailar al santo estaba Samuel Alejandro de 8 meses en compañía de su madre y tía, para el pequeño es el primer año de la promesa que cumplirá toda su vida luego que su mamá pidiera a San Juan por la salud de Samuel, pues el niño es sietemesino y presentó complicaciones desde la gestación hasta su nacimiento.
Otro niño que pagaba promesa es Sebastian Jiménez, quien festeja su cumpleaños con San Juan, el infante estaba vestido de rojo con su tambor en honor la imagen, como muestra de agradecimiento a la petición de la madre durante su complicado embarazo el niño asiste a esta fiesta desde que nació. Entre quienes agradecían a San Juan por lo concedido estaba Isabel Iriarte de 80 años, dijo sentirse muy alegre pues todavía goza de salud para continuar con su promesa y la tradición.