La Cumbre del Amazonas en Brasil concluyó este miércoles con una hoja de ruta para proteger las selvas tropicales, elogiada como un paso importante en la lucha contra el cambio climático, pero sin los compromisos concretos que pedían algunos ambientalistas para poner fin a la deforestación.
Los ocho países que asistieron el martes —Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam y Venezuela— miembros de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) recientemente revivido, han expresado la esperanza de que un frente unido les dé mayor presencia en las conversaciones ambientales globales de cara a la conferencia climática COP 28 en noviembre.
La cumbre refuerza la estrategia del presidente de Brasil, Luiz Lula Da Silva para potenciar el interés mundial en la conservación de la Amazonía. Alentado por una disminución de la deforestación del 42% en sus primeros siete meses en funciones, ha buscado apoyo financiero internacional para la protección de la selva.
En declaraciones a la prensa después de la reunión del miércoles, Lula deploró las «medidas proteccionistas mal disimuladas» como inquietud ambiental que limitan las importaciones de países en desarrollo y dijo que los países desarrollados deben cumplir sus promesas de dar apoyo monetario a la protección de los bosques.
”La naturaleza, que el desarrollo industrial contaminó durante 200 años, necesita que paguen su parte para que podamos revivir parte de lo que se arruinó. La naturaleza necesita dinero”, dijo Lula.
Todos los países presentes en la cumbre han ratificado el acuerdo climático de París, el cual requiere a las partes firmantes establecer objetivos para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.