Cuba y EE.UU. cumplen hoy seis meses desde el anuncio del restablecimiento de sus relaciones, un histórico deshielo que se ha traducido en intensas negociaciones y significativos gestos y avances aunque sigue pendiente un paso clave: la apertura de embajadas en La Habana y Washington.
Muchas cosas han pasado desde que el 17 de diciembre de 2014 los presidentes Barack Obama y Raúl Castro asombraron a sus propios países y al mundo entero poniendo fin a más de medio siglo de una confrontación nacida en la época de la Guerra Fría, para abrir un proceso de acercamiento que será “largo y complejo” según La Habana, pero que ya ha dado frutos.
Medio año después, los antiguos enemigos han celebrado cuatro rondas de conversaciones oficiales más una preliminar sobre derechos humanos; Cuba ha salido de la lista de países patrocinadores del terrorismo, y se ha producido la esperada “foto del deshielo” con la no menos histórica reunión de Obama y Castro en abril, en la Cumbre de las Américas de Panamá, foro en el que la isla participó por primera vez.
Son solo los hitos más relevantes de seis meses que han colocado a Cuba en el centro de la atención internacional, como demuestran las continuas visitas tanto de congresistas, empresarios o grupos de estadounidenses, como de importantes personalidades de otras partes del mundo, ansiosos todos de pulsar sobre el terreno las oportunidades y desafíos que plantea esta nueva etapa.
Sin embargo, sigue sin concretarse un paso clave en el proceso de reconciliación entre Cuba y Estados Unidos: la apertura de sus respectivas embajadas, lo que culminaría la fase del restablecimiento de las relaciones diplomáticas aunque no la total normalización, ya que para eso es necesario, según La Habana, el levantamiento del embargo y la devolución de los terrenos que ocupa la Base Naval de Guantánamo.
La última ronda de negociación, celebrada el 21 de mayo en Washington, culminó con el mensaje de que la apertura de las sedes diplomáticas estaba cerca, idea que se reforzó cuando el día 29 de ese mes se oficializó la salida de Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo que elabora anualmente el Departamento de Estado de EE.UU.
Pero ni Cuba ni EE.UU. han anunciado aún la fecha para la apertura de embajadas, cuyas respectivas sedes -todavía “secciones de intereses”- parecen estar listas para la que será otra jornada histórica en este proceso.
Hace pocos días, la Sección de Intereses de Cuba en Washington celebró una pequeña ceremonia a propósito de la instalación del mástil donde ondeará su bandera, un mástil que también está preparado ya en el edificio que fue la embajada de EE.UU. hasta la ruptura de relaciones en 1961 y que volverá a recuperar esa condición.
A la espera de que se anuncie esa fecha, expertos como el ex diplomático cubano Carlos Alzugaray consideran que lo avanzado hasta ahora es mucho, sobre todo si se compara con las expectativas que existían antes del anuncio del 17 de diciembre.
“Quién nos iba a decir un día antes, el 16 de diciembre, que hoy estaríamos hablando de la apertura de embajadas”, comentó Alzugaray en declaraciones a Efe.
Tras destacar que el restablecimiento de relaciones entre la isla y la potencia norteamericana es un proceso irreversible, Alzugaray resaltó la importancia del proceso negociador llevado a cabo en los seis últimos meses, donde lo vital ha sido construir confianza y mutuo entendimiento.
“Se está construyendo un edificio totalmente nuevo, sin experiencia ninguna en normalización de relaciones, que requiere unos cimientos muy firmes en un terreno muy malo (en alusión a la conflictiva historia entre los dos países), que está lleno de huecos. Ese es el espíritu con que ambas partes han enfrentado el problema. Hay que construir algo que sea difícil de tumbar”, señaló.
Y en el día en que se cumple medio año del deshielo, los cubanos de a pie muestran todavía cierto escepticismo sobre el proceso, a la espera de que el cambio se note en su vida, pero conscientes de las oportunidades que se abren.
“La opinión de la calle es que estamos avanzando en conversaciones pero que se mantiene el bloqueo y otras cosas que no cambian. Pero claro, uno no sabe cómo funciona el mecanismo diplomático”, dijo a Efe Jorge Luis Espino, un ingeniero agrónomo de 42 años.
Para Anabel Cataleno, universitaria, el proceso ha abierto “un escenario lleno de expectativas”, aunque los cambios reales todavía no se han hecho notar en para el cubano de a pie.
Mucho más optimista es Mari Julia López, una jubilada de 73 años, quien considera que la distensión entre Cuba y EE.UU. es algo “maravilloso”, lo que todos los cubanos esperaban “para tener más vías que permitan vivir como el resto del mundo”.