Aunque mucho se piensa en la felicidad como un destino, esta no es ni un destino, ni producto de hacer una cosa, sino que requiere un cambio en el estilo de vida.
Ponte en contacto con la naturaleza
Vivir cerca de espacios verdes o tener contacto con la naturaleza se asocia con una mejor salud mental. Es tan fuerte el estímulo, que el solo mirar algunas imágenes de naturaleza, puede estimular partes del cerebro que se asocian con la felicidad. Además, pasar tiempo en el aire libre nos expone a la luz solar, lo que ayuda en la absorción de vitamina D.
Haz ejercicios
El hábito del ejercicio promueve la felicidad a largo plazo y tiene múltiples beneficios para tu salud física y mental. El ejercicio ayuda a nuestros cuerpos a producir anticuerpos y proteínas que combaten las enfermedades. Además, libera endorfinas, que mejoran tu estado de ánimo. Si no tienes el hábito de hacer ejercicio, empieza con poco.
Haz algo bueno por alguien
Hacer algo por los demás es una poderosa manera de sentirnos mejor y poner un granito de arena en el estado de ánimo de los demás.
Esto no significa necesariamente dar dinero a alguien que lo está pidiendo en la calle. Dar algo a los demás puede ser tan simple como una sola palabra amable, como un halago, o algo tan simple como desearle un lindo día a alguien.
Ayudar a los demás aumenta la satisfacción con la vida, proporciona significado, mejora el estado de ánimo y reduce el estrés. Regalar un poco de tu tiempo libre para hacer voluntariado, también aumenta tu bienestar.
Aprende o prueba algo nuevo
El aprendizaje influye en nuestro bienestar en muchas maneras positivas. Nos expone a nuevas ideas y nos ayuda a mantener nuestra mente curiosa. Además, nos da un sentido de logro y ayuda a aumentar nuestra autoconfianza y con ello nuestra motivación diaria.
Cultiva relaciones
Reservar tiempo para la gente que te importa y aumentar tus conexiones sociales, genera satisfacción y bienestar. La conexión social forma parte de un estilo de vida saludable porque estrechar relaciones con amigos y familia brinda amor, propósito y aumenta nuestros sentimientos de autoestima.
Además, ello nos conduce a una mayor sensación de bienestar, relaciones más fuertes y a una mejor experiencia con nuestro entorno.
Duerme mejor
Cuando estamos cansados, reaccionamos peor ante cualquier situación y nos volvemos mucho más sensibles a las emociones negativas. Además, cuando no duermes lo suficiente, aumentan los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Haz un esfuerzo por ir a la cama una hora antes de lo que acostumbras.
Proponte y planea tus metas
Sentirse bien con el futuro es importante para nuestra felicidad. Todos necesitamos metas para motivarnos, y estas deben ser lo suficientemente retadoras para emocionarnos, pero al mismo tiempo alcanzables.
Si tratamos de planear algo alejado de nuestra realidad, solo sentiremos ansiedad y estrés. Además, si no lo logramos en el tiempo planeado sentiremos una especie de derrota que afecta nuestra autoestima.
Agradece
Detenernos a observar todo lo que ya tenemos y agradecerlo es una de las mejores formas para valorar nuestro presente y sentirnos más satisfechos. Antes de dormir piensa o escribe 3 cosas por las que estás agradecido. Pueden ser cosas muy importantes como tu familia o amigos, o cosas bastante comunes como el simple hecho de tener aire en tus pulmones.
Evoca buenos recuerdos
Nuestros pensamientos definen nuestro estado de ánimo del momento, de tal forma que una imagen o un recuerdo agradable desencadena una sensación positiva. Evoca recuerdos que te hagan sonreír, ya que una vez que los músculos de la cara se contraen, comienza un circuito de retroalimentación positiva que refuerza nuestro sentimiento de alegría.
Controla tus pensamientos
Aprender a controlar tus pensamientos es una habilidad para mejorar tu felicidad interior. Una forma efectiva de entrenar este súper poder es meditando. La meditación es a menudo considerada como un hábito importante para mejorar la concentración y disminuir el estrés, por lo que también es útil para mejorar tu felicidad. Investigaciones en neurociencia han descubierto que aquellas personas que meditan de forma habitual, modifican literalmente su estructura cerebral.