La autoimagen es la manera en la que uno se ve a sí mismo. Por ello, cada quien es responsable completamente de la misma, y es necesario que esta sea positiva, ya que afecta directamente a nivel emocional, físico, económico, laboral y social.
La percepción que tiene uno de si mismo puede llegar a ser negativa, sobre todo, si se basa en la opinión de los demás. En estos casos, la única manera de que no nos afecte es a través de una buena autoestima.
Conecta con tu cuerpo
Ejercítate, muévete, baila… Entender qué sensaciones tienes y cómo te enfrentas a cada situación te brindará mayor conexión contigo mismo. Sal a caminar y concéntrate solo en ti. Olvida todo lo que hay fuera y siente cómo tu piel se calienta con los rayos del sol o cómo se mueve tu pecho cuando exhalas. Adquiere conciencia de tu físico y la relación que guarda con la mente.
Autoanalízate
Este ejercicio es necesario para descubrir tus puntos fuertes y tus debilidades. ¿Cómo respondes ante las situaciones que se te presentan? El autoanálisis permite tomar decisiones que fortalecen tu autoimagen. ¿Qué cambiarías? ¿Por qué no te gusta eso que ves como defecto? ¿Puedes cambiarlo? Una vez que tengas la respuesta a estas preguntas, tendrás más claras las pistas de los pasos que debes seguir.
Cuando te des cuenta de que no reaccionas como desearías, podrás adelantarte a esa conducta y evitarla. Poco a poco, y con práctica, podrás convertirte realmente en esa persona que deseas.
No escuches al mundo, escúchate a ti
Parece que el ser humano tiene una necesidad compulsiva de agradar a los demás, incluso si el resultado final no lo hace todo lo feliz que debería. En este punto, lo externo acaba por alcanzar nuestros pensamientos.
Cuando una persona no consigue agradar a la sociedad, puede instalarse en esa tristeza que causa tantas dolencias emocionales. La falta de aceptación de los otros termina por dañar su autoimagen.
Por lo tanto, es prioritario que aprendas a filtrar las opiniones externas. Deja de escuchar las críticas y no des importancia a lo que te hace sentir mal. Es preciso aprender todos los días a mejorar, a ser auténtico, y la forma más eficaz es conociéndote y aprendiendo a amarte tal y como eres.
Ten objetivos claros
Una vez que tomes conciencia de ti y de lo que no quieres en tu vida, será momento de pasar a la siguiente fase: trabajar en lo que quieres llegar a ser. Recuerda que tus objetivos deben ser precisos y medibles. Debes plantearte un tiempo determinado para conseguir un resultado también establecido.
Crea hábitos
Escribe una lista de los hábitos que te hacen o te harían feliz. Algunos pueden ser simples acciones que te ayuden a tener una mejor imagen física y otras, cosas que te alimenten mentalmente. Algunos ejemplos:
• Un nuevo corte de cabello cada 6 meses
• Enumerar las metas alcanzadas
• Listar tus proyectos
• Crear nuevos hábitos cada cierto tiempo
• Hacer una carpeta con todo lo que te inspira
No te rindas
Nuestra vida está plagada de retos, fracasos y momentos amargos. Darle más poder de la cuenta a estas situaciones no ayuda en nada a tu autoimagen. En lugar de sentirte desesperanzado por lo que no lograste o pudiste, rétate una vez más.
Es muy importante que no trates de excederte, hay que saber cuándo rendirse. Pero si evaluando objetivamente la situación te das cuenta de que sí puedes lograrlo, inténtalo. No porque no hayas podido terminar ese maratón como deseabas significa que no vayas a poder hacerlo el siguiente año con más práctica.
Aprende a reírte de ti
No te tomes todo tan en serio. Aprende a ver tus fracasos, errores y defectos con gracia. Esto te dará una visión más fresca de tu vida y de quién eres. Después de todo, nadie puede ir siempre concentrándose solo en lo que le hace sufrir.
Vive a tu manera
Es normal que te afecten los comentarios u opiniones de los demás. No obstante, recuerda que tú sigues siendo el dueño de tu vida, por lo que cualquier comentario externo que sea destructivo no merece la pena. Cultiva tu amor propio y tu autoestima. De esta forma, nada podrá contigo y las críticas que te influirán serán únicamente las constructivas.
Revisa tu diálogo interno
¿Qué te dices a ti mismo? ¿Cómo te tratas? Debes tratarte bien, no ser demasiado duro contigo mismo. Sustituye los pensamientos negativos sobre ti mismo, por pensamientos positivos. Si estás acostumbrado a centrar la atención en tus defectos, empieza a pensar en tus aspectos positivos. Cuando te des cuenta de que estás siendo demasiado crítico contigo, recuerda alguno de tus logros. Felicítate por ellos. Permítete las alegrías y los halagos.
Vence las creencias limitantes
Lo que te detiene es lo que crees sobre ti. Si te crees fracasado y víctima de las circunstancias no podrás triunfar y lograr tus metas. Identifica la creencia limitante que deseas cambiar. Observa cómo te limita esa creencia. Decide cómo te quieres sentir, actuar y que quieres lograr. Crea una afirmación positiva personal, que te apoye en el proceso y repítela constantemente. Es importante que busques un argumento real para combatir esa creencia, que está afianzada en ti no porque sea cierta, sino porque te la has repetido.