Tener una salud cerebral óptima es tanto o más importante que gozar de una buena salud física, ya que del cerebro depende toda nuestra vida: Decisiones, motivación, autoestima… La mente influye sobre el cuerpo al punto de sentirnos físicamente agotados, cuando en realidad solo estamos mentalmente estresados, lo que nos da una idea del poder del cerebro.
Igual que nuestros músculos, si el cerebro no es ejercitado, inicia un proceso de deterioro, ya que cuanto menos usamos las conexiones entre neuronas, más se debilitan hasta que terminan desapareciendo. El cerebro reduce automáticamente la capacidad de esas funciones que no son estimuladas, para no seguir consumiendo energía sin necesidad.
En el libro Cómo invertir en su cerebro, Álvaro Fernández y Elkhonon Goldberg, afirman que nunca es tarde para comenzar a estimular eficazmente uno de nuestros órganos más importantes. Aunque la velocidad de procesamiento, la memoria y otras capacidades tienden a disminuir en promedio a partir de los 30 años de edad (haciéndose perceptible solo después de los 40), podemos seguir aprendiendo y está en nuestras manos darle una mano al cerebro para frenar su deterioro.
Medita para mejorar tu concentración
Fernández y Goldberg recomiendan media hora de meditación
al día, cinco días a la semana, para
mejorar la atención y la autorregulación (la capacidad de controlar
las emociones y conductas).
- Elige un momento del día en el que tu mente esté más dispuesta a concentrarse, como temprano en la mañana o al final de la tarde, luego de las obligaciones del día.
- Debes usar ropa cómoda, que no sea ajustada y que te permita sentarte en el piso durante algunos minutos. Haz los ajustes necesarios para no sentir frío ni calor.
- La habitación donde medites debe darte un momento silencio y tranquilidad. Si hay personas a tu alrededor, avísales que vas a meditar durante diez minutos, durante los cuales no vas a estar disponible, y pídeles que no te interrumpan. Apaga el celular y date tú mismo el permiso de hacer una pausa.
- Siéntate cómodamente con las piernas cruzadas y los hombros relajados, pero de manera que tu columna vertebral esté recta. Así tendrás mayor atención.
- Lleva tus manos a las rodillas, con las palmas hacia arriba o hacia abajo, como te resulte más cómodo.
- Cierra los ojos y lleva la atención a tu interior. Sonríe desde lo más profundo de tu ser, agradeciendo tener un momento para ti mismo y tu desarrollo interior. Siente cómo creas un espacio para expandirte internamente y reconfortarte, para estar en silencio y en conexión con el simple hecho de existir.
- Intenta alejarte de los estímulos del entorno. Olvídate de la distracción que puede significar tu cuerpo o los sonidos que lleguen a ti, pues estos generan distracción en el pensamiento.
- Evita dejarte llevar por la distracción que se origina de tu propia mente a través de ideas, sentimientos o recuerdos. Deja ir el pasado y no pienses en el futuro. Vive solo el momento presente.
- Concéntrate en tu respiración y procura que sea profunda. Siente cómo entra el aire, llenándote de vitalidad y calma. Siente crecer la parte baja de tu abdomen, la parte media del torso y tu pecho con el aire. Siente cómo exhalas por tu nariz. La respiración va a ser tu principal punto de foco durante tus primeras meditaciones. Disfruta lo agradable que es y deja que tu respiración tenga su ritmo natural.
- Cuando lleguen las ideas o emociones no las reprimas. Deja que lleguen pero no te aferres a ellas ni las alimentes. Trae con dulzura la atención nuevamente a tu respiración.
Haz este ejercicio durante 10-20 minutos cada día o durante el tiempo que puedas. Más que la duración, importa la constancia. La meditación es una práctica que requiere atención, pero no esfuerzo y siempre será beneficioso para ti.
Significa un descanso y una experiencia placentera que mejorará tu salud por completo, ya que las respiraciones profundas aportan grandes cantidades de oxígeno a nuestro cerebro y al resto del organismo, además de liberarnos del estrés del día a día.
Sal a correr
Una de las bases de la salud cerebral es el ejercicio físico, porque puede frenar, detener y hasta revertir, en algunos casos, el deterioro cerebral, al tiempo que puede aumentar el volumen de las neuronas y las conexiones entre las mismas. Además, pueden reducirse los riesgos de padecer Alzheimer, y lo mejor es que estos resultados pueden conseguirse a cualquier edad.
Debemos tener presente que no se trata de ir caminando a clases o al trabajo. Para lograr una mejora cognitiva debemos exponernos a una actividad que nos exija cierto esfuerzo para elevar el ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria como por ejemplo, trotar, nadar o andar en bicicleta.
Fernández y Goldberg aconsejan un mínimo de tres sesiones semanales de entre 30 minutos y una hora. Los estudios reflejan una mejora cognitiva solo en respuesta al ejercicio aeróbico o cardiovascular, no hay evidencia de que el levantamiento de pesas tenga el mismo efecto.
Recuerda realizar estiramientos antes y después de la sesión de ejercicios, y no olvides mantenerte bien hidratado.
Estimula tu cerebro con la lectura
La estimulación mental fortalece las conexiones entre neuronas, lo que mejora la supervivencia de estas y el funcionamiento del cerebro. En ausencia de estimulación, las conexiones se debilitan hasta desaparecer.
Por ello conviene realizar actividades que supongan un desafío, de manera que estimulemos al cerebro a mantenerse en buenas condiciones. Una de las mejores actividades que podemos llevar a cabo, en este sentido, es la lectura. Procura dedicar al menos una hora a leer el libro que prefieras y memoriza frases o datos importantes que leas en él. Subraya las ideas principales y aplica los conocimientos adquiridos.
Leer antes de dormir puede procurarnos un doble beneficio: Estimulamos nuestro cerebro al tiempo que dejamos de exponernos a teléfonos celulares y televisores, al final de la jornada.
Aprende algo nuevo
Las actividades rutinarias no desafían al cerebro. Mantener el reto requiere intentar algo nuevo con un nivel significativo de dificultad. Esto puede ser aprender a tocar un instrumento, un nuevo idioma, una disciplina deportiva, o cualquier actividad cuya realización represente algo nuevo para ti.
Siguiendo estas pautas, puedes mejorar el funcionamiento del cerebro y mantener a raya el deterioro y las enfermedades relacionadas a este. /CH