Coincidiendo con el solsticio de verano, este lunes arrancó en Yulin, en el sur de China, el polémico festival en el que los participantes comen carne de perro y frutos de lichis.
Según residentes de Yulin, recientemente las autoridades suspendieron sin dar explicaciones el servicio de trenes, lo que dificultaría la llegada de activistas defensores de los derechos de los animales.
Se calcula que durante el festival entre 10.000 y 15.000 perros son torturados y muertos.
En el período previo al festival, que dura diez días, comerciantes de varias provincias, algunas de ellas bastante lejanas como Sichuan, planeaban proveer con perros a Yulin, comunicó un grupo de animalistas.
De hecho, en esa misma provincia la Policía arrestó a una persona en la ciudad de Mianyang después de hallar en su casa 56 canes enjaulados y herramientas de matanza.
Los activistas denuncian que los animales rescatados estaban muy débiles y que algunos podrían ser mascotas robadas, ya que portaban collares. Los vecinos del detenido explicaron que el hombre estuvo vendiendo perros para comer durante cerca de dos décadas.
No obstante, en las redes diversos internautas chinos que dicen apoyar «el desarrollo de la cultura local de la carne de perro» aplaudieron la posible ausencia de activistas en la presente edición del festival.
En los eventos de 2016 y 2017, los animalistas lograron rescatar con vida a miles de canes al bloquear varios camiones que los estaban transportando hasta los mercados de Yulin para ser comidos.
Según las creencias chinas, el consumo de la carne de perro ayuda a resistir los fríos del invierno y además trae buena suerte a quienes la comen. La antigua costumbre de los poblados de ciertas regiones de China de comer esta carne llegó a ser un festival nacional en los 90, cuando se extendió a las grandes ciudades.