*A 15 años de la tragedia la economía se enfrenta a nuevos obstáculos
memlaverdad@gmail.com María E. Moreno- Incomunicados, tapiados, sin luz y sin mercancía por los desesperados zaqueos quedaron la mayoría de los comercios del estado Vargas los días posteriores a esa noche de 15 de diciembre de 1999 cuando el agua se lo llevó todo. Pese a estas dificultades los comerciantes lograron ponerse de pie y luchar para emerger de lo que parecía un panorama de guerra.
Los proveedores no daban respuesta pues llegar al estado era imposible. Atravesar los caminos de lodo que servían de acceso no les pareció una buena idea. Con lo que tenían a la mano los comerciantes reactivaron la actividad y buscaron darle a los varguenses un aire de esperanza.
“Principalmente quisimos abrir y vender luego de unos quince días aproximadamente para que el pueblo tuviese otra cara. Que la gente pensara que estábamos superando lo ocurrido. Fue difícil porque estábamos como en un limbo. Lo que me ayudo en lo particular fue haber abastecido para mes y medio, fue así que se pudo ayudar” explicó Manuel Sardinha, comerciante de Naiguatá, quien apostó al estado y ha permanecido en él.
“En Caribe la actividad comercial se retomó casi un mes después del deslave. Era complicado hacerlo antes pues estuvieron sin luz. Acá fue un poco más rápido pues estuvimos a oscuras solo 24 horas. Muchos se quedaron porque sentían que podíamos hacerlo y aquí estamos”.
Explica que solo unos cuantos camiones apoyaron y abastecer los negocios fue una odisea. “Debíamos hacer trasbordo pues muchos proveedores llegaban hasta Tanaguarenas. Diariamente había que hacer ese viaje y pasar la mercancía a nuestros vehículos”.
“Para agradecer a Dios me quedé en Vargas”
Sardinha junto a sus empleados y el ejército planificó visitar las comunidades para donar alimentos y agua en estos días difíciles. “Yo viví con mi familia esa tragedia, y como agradecimiento quise ayudar. Tenía de lo que más necesitaba la gente: comida y agua. Quizás por ello es que no fui víctima de zaqueos, fue un agradecimiento y una ayuda mutua. Todos fuimos víctimas y queríamos salir adelante”.
Relata que pese a vivir en Maiquetía para ese año se encontraba justo en Carmen de Uria cuando los ríos se desbordaron y saltar de techo en techo fue la única salida.
La tragedia se repite
15 años después Sardinha asegura que el comerciante vive diariamente una lucha. El comercio en Vargas se las ingenia para brillar entre tanta escasez. “Ya no es por desastre natural sino por asuntos económicos que nos la vemos difícil. Actualmente vemos más colas y desespero por comprar que en esos días trágicos. Lo triste es que vivamos esa tragedia que ya para muchos se volvió algo normal. Pese a las dificultades había productos y la falla era el traslado ahora es al revés y eso es alarmante”. /MEM