Hasbely Bolívar
Muchos menores de edad han interrumpido su infancia para salir a trabajar y ser el sustento de su hogar. Otros simplemente son abandonados o deciden irse de casa para escapar de situaciones de violencia doméstica, falta de atención y amor.
Frente a ese panorama, las casas hogar del estado luchan para contribuir con un mejor desarrollo de niños y niñas en condición de vulnerabilidad.
Ningún organismo del Estado tiene cifras exactas sobre la cantidad de infantes que se encuentran abandonados o de aquellos que tienen que salir a buscar el pan de cada día por su cuenta.
María Elena Marcano, directora de la Casa Hogar Al Fin, ubicada en Caraballeda, refiere que una de las causas principales tiene que ver con un problema social. «Los padres o familiares cercanos no tienen las condiciones económicas para mantenerlos, son vulnerados en su integridad física, salud, educación y psicología».
«Entonces, los vemos deambulando por la calle, incluso, pueden ser abandonados en su domicilio, en caso de que exista. Otras razones como el alcoholismo, adicción a las drogas, generan un ambiente de riesgo para los niños», explica.
En la Casa Hogar Al Fin tienen como misión dar atención particular a los varones en estado de desprotección familiar a partir de los 3 años hasta que cumplan la mayoría de edad.
Les brindan una educación de calidad puesto que son inscritos en las escuelas cercanas. También les garantizan ese amor, apoyo y comprensión que solo se encuentra en una verdadera familia.
Los niños son incluidos en actividades deportivas en las instalaciones del espacio o también en las actividades de la comunidad. “En nuestro programa la permanencia es mucho más extendida cuando no está entre las posibilidades que el niño sea reintegrado en la familia”.
Esta organización privada sin fines de lucro fue creada el 1 de noviembre de 2005. Tiene una capacidad de atención para 25 muchachos, sin embargo, actualmente tiene 18 porque la crisis económica para ellos también ha sido una limitante.
«Luchamos para que nuestros niños dignifiquen su vida. Yo siento mucha satisfacción y alegría porque estoy contribuyendo a su desarrollo y sé que no están expuestos a una situación de drogas o alcohol».
Al Padre Luciano los remiten desde los tribunales
Otra casa abrigo que está cumpliendo con esta misión es la Padre Luciano, Catia la Mar, que desde 1999 ha venido dando protección a los más pequeños.
“Trabajamos con niños y niñas en situación de abandono a partir de 0 a 12 años. Son remitidos directamente del tribunal cuando descubren que los padres no tienen la capacidad para tener la custodia. Se quedan aquí hasta que se logre la adopción o volver a reintegrarlo a su núcleo familiar. De esta casa han salido unos 10 niños adoptados”, destaca Zenaida Noguera, directora.
Allí igualmente les aseguran su formación educativa en centros privados, tareas dirigidas y talleres de música, canto, baile, entre otros, para desarrollar sus capacidades. Noguera manifiesta que apoyan a los niños vulnerables de las comunidades aledañas.
Cabe destacar que en diciembre ambos hogares sustitutos tendrán actividades en conjunto con emprendedores quienes les darán juguetes, ropas, zapatos, comida. «La intención es sacarle una sonrisa a estos muchachos y que sepan que no están solos»./jd