Carlos Carrasco trata de no pensar mucho en cómo les hubiese ido a los Indios en la Serie Mundial si el venezolano hubiera estado saludable. Se ha enfocado, por el contrario, en la labor que hizo el resto de la rotación y lo que eso pudiese significar de cara al próximo intento de Cleveland por volver al Clásico de Otoño.
Durante las últimas dos semanas, Carrasco ha estado lanzando libre de los problemas que le produjo la fractura de la mano derecha que sufrió en septiembre.
Ahora que se espera que esté listo para el Día Inaugural, Carrasco está entusiasmado nuevamente con las posibilidades de Cleveland.
«En estos momentos estoy al 100%. Estoy bien», dijo Carrasco. «Voy a estar listo para ayudar al equipo. No veo la hora de que lleguen los Entrenamientos Primaverales y de poder comenzar la temporada nuevamente».
Por los momentos, el derecho está tirando desde 100 metros de distancia y ha vuelto a levantar pesas. Su mano derecha, fracturada por una línea de Ian Kinsler el 17 de septiembre, ya no le está dando problemas.
La lesión, una fractura del quinto metacarpiano, le costó el resto de la temporada regular y los playoffs. El derecho terminó el 2016 con récord de 11-8 y 3.32 de efectividad, más 150 ponches en 146.1 innings. Su ausencia fue un gran golpe para los Indios, que en los playoffs dependieron mucho de Corey Kluber, Josh Tomlin y Trevor Bauer.
Con esos tres brazos, más una salida del novato Ryan Merrit en la Serie de Campeonato de la Liga Americana ante Toronto, Cleveland llegó a la Serie Mundial por primera vez desde 1997. Allí batallaron hasta el séptimo juego, siempre con Carrasco apoyándolos desde la banca.
«¿Sabes qué? Fue un poco duro», dijo Carrasco. «Pero al mismo tiempo no podía mostrarles eso a mis compañeros. Siempre me hablan de lo feliz que estoy, como estoy siempre haciendo bromas. Tan pronto me dieron el batazo, me dije que no podía dejar que eso me tumbara. Necesitaba sentirme bien y ser la misma persona con todo el mundo. Entonces, eso es lo que hice».