Con nerviosismo reciben los establecimientos los despachos de huevos. Explican que luego de la regulación, los consumidores han iniciado una “cacería” del artículo que muchas veces genera, además de la cola, gritos y hasta golpes.
En muchos locales han manifestado haber dejado de vender el producto, que pese a ser comprado más barato por caja, está dejando ganancias mínimas “que no compensan todo el estrés que genera ofrecerlos a la gente que se desespera”, dijo un vendedor.
En los mercados populares y municipales el suministro dura poco tiempo, pues de inmediato se arman las kilométricas colas. En el comunitario de Catia la Mar, un cartel recibe a los usuarios anunciando que “no hay huevos hasta nuevo aviso”. Esto fue colocado luego de que en el último despacho quisieron ingresar a la fuerza y con una mala actitud para comprar su cartón a 420 bolívares. MEM/jd