El Estudio Encovi 2015 (Encuesta sobre condiciones de vida), realizado por la Fundación Bengoa, revela que el panorama alimenticio y nutricional de Venezuela es alarmante. De los encuestados, el 87 por ciento no adquieren suficientes ingresos para la compra de los alimentos.
Además, en el patrón de consumo del venezolano, entre los primeros alimentos que compran semanalmente están la harina de maíz, el arroz y el grupo de pan y pastas, por lo que la escasez de estos rubros afecta directamente su patrón de consumo.
Sofía Rodríguez, nutricionista, alerta sobre las graves repercusiones nutricionales que acarrean la mala alimentación a corto, mediano y largo plazo.
“La pérdida de peso y el aumento de la mortalidad infantil asociado a la desnutrición son consecuencias a corto plazo. A mediano, podemos ver que la falta de energía y nutrientes en los niños afecta su crecimiento, y en adultos se observa mayor frecuencia de episodios de descompensación, afectando el estado de salud de la persona. Y a largo plazo se evidencia que la malnutrición de mujeres embarazadas tiene implicaciones en la genética del bebé, lo que incide en un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas a futuro, y transmitirlas a generaciones posteriores”.
Consecuencias de la escasez y altos precios
Con una cesta básica alimentaria con altos precios, las familias venezolanas se han visto en la necesidad de priorizar, sustituir y quitar de la mesa muchos productos.
En aras de orientar en esta toma de decisiones, la nutricionista del propone eliminar cualquier tipo de bebida azucarada, que no son necesarias para la alimentación y encarecen el bolsillo. Asimismo, optar por alimentos naturales, no procesados.
“Si comparamos la relación costo-aporte de nutrientes, los vegetales, frutas, tubérculos, son una mejor opción; al igual que elegir pollo y carne en vez de productos de charcutería o enlatados. Sin embargo, hay algunos alimentos procesados que sí podemos incluir en la mesa porque son enriquecidos con vitaminas, entre ellos la harina de maíz, avena, crema de arroz y maicena”.
El aumento de los precios de alimentos ricos en proteínas como carne, huevo o queso, hace que muchas personas ya no los consuman o lo hagan en pocas cantidades, en compensación aumentan el uso de harinas refinadas y frituras; esto asociado al sedentarismo, tabaquismo, alcohol y antecedentes familiares de enfermedades crónicas, aumenta la probabilidad de que la persona sufra de diabetes u otras patologías relacionadas.
En estos momentos de crisis, donde escasean los alimentos, Rodríguez recomienda al venezolano buscar asesoría profesional que le ayude a balancear los nutrientes de acuerdo a sus posibilidades. “Además, asegurar la lactancia materna en infantes de cero a dos años, para garantizar una alimentación completa que active sus defensas inmunológicas, aporte nutrientes los necesarios y disminuye la mortalidad infantil”.