Aventura de Sella en Tokio termina rápido
El primer atleta de Latinoamérica en formar parte del Equipo Olímpico de Refugiados, el venezolano Eldric Sella Rodríguez, tuvo una actuación efímera en los Juegos de Tokio.
Su estreno en el boxeo apenas duró 67 segundos en los que fue totalmente abrumado por su rival, el dominicano Euri Cedeño, en el peso mediano.
Sella no pudo contener las lágrimas tras bajar del cuadrilátero en la Arena de Kokugikan.
Cayó a la lona apenas unos segundos después del campanazo, aunque logró reincorporarse. Pero quedó aturdido, de pie, cuando un potente jab de Cedeño le impactó en el rostro. El árbitro no titubeó en parar la pelea.
«Me siento mal. Quería hacer algo mejor», dijo. «Quería pelear por mi país, que la gente pudiera estar orgullosa de mí».
Como muchos de sus compatriotas, Sella se fue de Venezuela en medio de la severa crisis social y económica que azota al país.
Llegó a formar parte de selección juvenil en Venezuela. En 2018 participó en un torneo por invitación en Trinidad y Tobago y decidió quedarse allí en condición de refugiado, ganándose la vida como albañil y jardinero. Al año siguiente, su padre, que es su entrenador, también se radicó en el país caribeño.
Logró abrirse un espacio en el equipo de refugiados que el Comité Olímpico Internacional creó para los Juegos de Río 2016. Son deportistas que huyeron de sus países y recibieron becas para poder competir en estos Juegos en disciplinas que van del atletismo y la natación hasta canotaje, karate o levantamiento de pesas.
En Tokio, el grupo tiene 29 integrantes, 19 más que los que compitieron bajo la bandera olímpica hace 5 años en Río. Cuenta con deportistas de Afganistán, Camerún, Congo, República del Congo, Eritrea, Irak, Irán, Sudán del Sur, Sudán Venezuela y Siria, el país más representado, con 9.
Sella no supo qué decir cuando le preguntaron sobre sus sensaciones como atleta olímpico. Con 24 años, confía poder dar una respuesta en los próximos Juegos de París 2024.
«La verdad es que no sé qué decir, pero me van a ver en los próximos Juegos y podré responder mejor esa pregunta. Ahora no puedo».
Lo que no ha perdido en absoluto es su identidad deportiva. «Yo vine como refugiado pero yo sigo representando a mi país, a todos los que se fueron y a los que están ahí», afirmó.