Anyel Blanco era una promesa en el deporte

*A siete días que le segaron la vida, sus familiares lo recuerdan como una persona alegre

Wilmer Martínez Añez.- [email protected]  Con 16 peleas ganadas en el boxeo, y su pasión por el atletismo y el surf, Anyel Daniel Blanco Medina (19), deja una vacío en la vida de sus familiares, amigos y vecinos, quienes lo definen como buen hijo, hermano, primo, amigo y, sobre todo, un deportista ejemplar.

Hace siete días, un funcionario de la Policía de Vargas le segó la vida con una bala que impactó en su pecho, durante una situación irregular que se presentó en el urbanismo Patriotas de Caribe, Caraballeda.

Siempre presente

Aunque Anyel ya no es visto ni escuchado por los alrededores de su casa, ni con una pelota de fútbol, béisbol o de goma, o en la playa dispuesto a subirse a una tabla para surfear, se encuentra vivo en los corazones de aquellos que hoy lo extrañan.

Desde muy pequeño se mostró tranquilo y amigable con todo el mundo. Por ser el mayor de siete hermanos, siempre fue responsable con su cuidado y atención, mientras sus padres salían a laborar para mantener el hogar.

Ya que desde niño sirvió de apoyo en su casa, cuando tuvo la oportunidad de obtener ingresos a través de su labor, colaboraba con los gastos para la comida y otras necesidades de sus cuatro hermanas y dos hermanos.

Llegan al estado

Esta familia de nueve llegaron a Vargas hace aproximadamente dos años, después de haber quedado damnificados en la Ciudad Capital. Desde ese entonces, a Anyel no le fue difícil socializar con los vecinos, pues el deporte era la llave para abrir las puertas a nuevas relaciones.

Siempre era seguido por los más pequeños del urbanismo, a quienes les inculcaba su pasión por el deporte y les decía que estudiaran para que llegaran a ser futuros profesionales.

 Anécdotas que dibujan sonrisas

A pesar de haber sido tranquilo y algo tímido, como todo joven hizo travesuras con la compañía de sus dos primos, entre ellos, Abrahan Medina, también boxeador, con 78 peleas ganadas.

“El no era mi primo, era mi hermano. Lo que más recuerdo es que siempre que lo buscaban las mujeres, le daba pena ir, yo lo sonsacaba”, comentó Medina.

Cuando comenzó a cursar el primer año del diversificado, no entraba a clases para quedarse jugando “pelotica de goma” con los de primaria, comentó su padre con orgullo en el rostro.

Los recuerdos que pudieron atravesar la mente de sus seres queridos dibujaron sonrisas y palabras de alegría por haber compartido con ese joven que tenía el sueño de ser un artista, pues otro de sus talentos era dibujar.

Tuvo la oportunidad de ingresar a una universidad de arte en Caracas, pero debido al costo prefirió retirarse y apoyar a sus padres con los gastos de sus hermanos, mientras reunía para continuar con su educación.

Siempre protector y celoso de sus cuatro hermanas, así lo describen ellas, quienes dicen que uno de los consejos que les decía era que los estudios estaban primero que cualquier joven que las pretendiera./WMA/ep Fotógrafo Alexis Chique

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