Por Román Ibarra
A poco más de un mes para las elecciones presidenciales, comienzan a acelerar y apretar el paso los competidores, y las encuestas siguen diciendo hasta el momento que la competencia es entre dos.
Por una parte, el candidato del gobierno obviamente, porque es el que todos aspiran derrotar para sucederlo, y por la otra, el diplomático Edmundo González Urrutia, representante de un sector muy importante de la oposición.
Es destacable que el candidato González Urrutia ha venido saliendo más al ruedo para encontrarse con sectores afectos, pero al propio tiempo ha desatendido los actos oficiales, como el del CNE para la firma del reconocimiento de las elecciones del 28J, en los que el gobierno sacó ventaja y encontró por ausencia del candidato EGU, argumentos para atacarlo por intermedio del Presidente del CNE.
En nuestra opinión, tenía que haber asistido al acto y firmar (con reservas) el documento, si acaso las tenía, y aprovechar la ocasión para denunciar el ventajismo y abuso del oficialismo en esta campaña. No perdía nada asistiendo, y si mucho con su ausencia. Un error que creemos inexcusable en medio de una campaña tan breve.
Del gobierno ya sabemos su proceder atropellado; abusivo; ventajista, y muy cursi por cierto. La tarima y música de siempre para que la pareja presidencial exhiba su gusto por el baile, aunque sin mucha gracia, y fuera de compás.
Sin obra de gobierno consistente que mostrar, recurre a inaugurar un metro de carretera; un chorro al que se le eliminó una fuga de agua; la instalación de un tomacorriente de electricidad en un puente cuya construcción está paralizada desde hace años. En fin, un cúmulo de cosas sin importancia, que solo engaña a desprevenidos.
No se trata de criticar que se inaugure alguna obra en sectores completamente abandonados, y carentes de todo, sino que luego de su larga presidencia resulta risible que sea precisamente en campaña electoral cuando se haga con cosas de tan poca monta.
Lo que si hay que destacar en el bando del gobierno es su juego duro, sin escrúpulos, ni respeto por la legalidad. Cada día se muestran más procaces en el manejo de la cosa pública desde las instituciones que controlan de manera absoluta, pero de eso ya hemos hablado en varias oportunidades y corresponde a que ese control lo obtuvieron del regalo de la abstención sistemática por parte de la oposición.
También demuestran su fuerza y organización partidista en la estructura para la defensa del voto, mientras que en el otro bando, esa parece ser la carencia más notoria.
A pesar de las sugerencias reiteradas, no se conoce aún la existencia de un comando central de campaña dirigido por el candidato EGU, así como tampoco se conoce a ciencia cierta acerca de los equipos que habrán de defender las mesas; su entrenamiento político y jurídico, y por supuesto la logística que debe acompañar ese inmenso trabajo. Se anunció la creación y conformación de un ¨ejército¨ de 600 mil ciudadanos para la defensa del voto, pero no se sabe a estas alturas si esa meta está cubierta. Tampoco se conoce la existencia de un programa de gobierno para presentar a la ciudadanía.
Todo ello nos hace insistir en la necesidad de optimizar los recursos, y la coherencia en la campaña; promover acuerdos con otros factores para defender de manera conjunta las mesas electorales con testigos y miembros de todos los sectores de oposición, e intentar convencer a quienes no tengan posibilidad real de competir, para sumarse a una sola candidatura y potenciar un triunfo inobjetable.
Del mismo modo, hay que promover un acuerdo de gobernabilidad que incluya al gobierno del Presidente Maduro, que garantice la coexistencia pacífica con plenas garantías para todos los sectores, sin importar quien gane las elecciones finalmente.
Estamos en una hora crucial para el destino del país de todos. Hagámoslo.
@romanibarra